miércoles, 30 de abril de 2014

TRES (relato)



Los deseos ocultos en uno mismo son tremendamente raros. Pero son propios, callados, escondidos,… no se comentan con nadie jamás.

 

Cuando David apareció en mi vida sólo vi a una persona tremendamente agradable sin más ni más. En ningún momento lo vi como un hombre hasta aquella noche.

 

Era una cena de empresa y todos, absolutamente todos, deseamos mostrar nuestro mejor aspecto. Yo había quedado con Laura, Patricia y Celia para que me vinieran a buscar por casa. Habían decidido vestirse muy provocadoras las tres. ¡Estaban muy guapas! Pero yo vestía sencilla: pantalón de vestir ajustado negro, top cogido al cuello sin sujetador debajo (aún podía permitirme esa licencia pesa a mi cien de pecho) y un precioso bolero calado de blonda negra super sexy que cubría mis hombros para dejar la fantasía de mi espalda entre trozos trasparentes. Ellas vestían preciosos vestidos a cual más sensual y extremado.

 

Llegamos a la discoteca donde se celebrara la cena y obviamente, todos se giraron para mirarlas (se podía notar el deseo tanto en las miradas de ellos como en las de ellas. Las tres compañeras que me acompañaban eran rubias y les gustaba ser el centro de atención). Yo, que podía pasar un poco más inadvertidas, me dirigí con mi copa de bienvenida a un rincón y me choque con un hombre tremendamente sexy. Aún llevaba un precioso chaquetón tres cuartos gris jaspeado. Debajo un pantalón tejano negro pero que parecía de vestir y la camisa, de un color Burdeos precioso. Era un hombre con un cuerpo tremendamente atractivo. Cuando por fin conseguí verle el rostro casi pierdo el conocimiento. ¡Era David! No me lo podía creer. Le pedí disculpas por el choque y se rió de mí.

 

Empezaron a sacar las bandejas con la cena (era como una especie de degustación para poder comer de pie sin dejar de escuchar música y entre trago y trago). Era diciembre y todos necesitábamos desconectar de un año tremendamente duro.

 

El alcohol empezó a soltar las lenguas de más de uno y a dejar ver, de que pasta estaban hechos. David y yo no bebimos mucho (yo la copa de bienvenida por no parecer desagradecida que era de cava y luego, refrescos y agua). Nos pusimos en un rincón y nos fuimos riendo de todo un poco (de cómo bailaba este, de cómo iba el jefe comercial, de esto, de lo otro,… nos reímos mucho).

 

Hubo un momento en que el calor era insoportable y decidimos salir un poco fuera para despejarnos. La noche estaba completamente despejada e invitaba a las confesiones más profundas, a aquellos deseos que no dirías a nadie. No sé como surgió el tema pero empezamos a hablar de tríos. Él no lo había probado aún (ese aún me hizo mucha gracia) y le gustaría hacerlo con una mujer. Yo también le respondí que aún tampoco lo había probado pero que deseaba hacerlo pero con dos hombres. De pronto dijo entre risas: ‘¿Y si yo fuera uno de ellos?’ Eso me excitó pero lo disimulé como pude entre una leve carcajada fingida que a él, obviamente, no le pasó inadvertida. ‘¿Y quien es el otro? ¿El portero?’ El chico que estaba en la puerta nos miró a ambos y se rió. ‘¿Qué te parece que sea una mujer mitad hombre?’ dijo. ‘¿Un travesti?’ respondí. ‘Si. Así tendrás lo que te gusta de un hombre y yo la parte de la mujer para el trío que deseo’ apostillo con mirada penetrante. ‘Me parece una gran idea’ dije. ‘Vamos pues’ me cogió de la mano y nos fuimos hacia su coche. Aquella noche apuntaba que iba a ser memorable.

 

Nos dirigimos a un pub como si supiera muy bien donde encontrar al tercer miembro que nos hacía falta para realizar nuestro tan ansiado trío (luego me confesó que iba un poco a la aventura pero nos salió a pedir de boca). Entramos y pudimos ver que había toda clase de personas pero que todas se entregaban, ligeramente, al coqueteo, a intimar unas con otras. Era un pub de swingers. Tomamos algo y me besó. Yo le correspondí apasionadamente con mi lengua dentro de su boca. ¡Dios como besaba! Aquel acercamiento que para nosotros fue el primero, excitó a un par de parejas que se presentaron sin más para conocernos. Éramos seis en la mesa y estaba claro, que nos deseaban a nosotros a solas. Pero nosotros deseábamos sólo a una mujer, a un hombre especial y en el mismo cuerpo. Se acercó una de las camareras morena, pelo largo, ojos azules, alta, escultural, tremendamente sexy. Me miró fijamente, luego a David, y nos guiñó un ojo a ambos. No pareció curioso a la vez que morboso. Ambos nos excusamos con las otras parejas y no dirigimos a la barra. Se llamaba Adriany y sí era un hermoso y delicioso travesti con los atributos de una mujer y con un sexo que me podría satisfacer en un trío. ¡Ella era la elegida! Aunque fue ella la que nos eligió a los dos.

 

Ella acababa su turno en media hora y cuando le íbamos a decir lo que deseábamos, nos dijo que no hacía falta, que ya lo sabía y que aceptaba. Que ambos le pareceríamos una pareja la mar de apetecible. Nos miramos David y yo con la boca abierta. ¿Cómo podía saberlo?

 

Salimos del pub los tres. Cogimos un taxi y Adriany le dio el nombre de un hotel por horas. Ella se puso en medio de ambos y en el coche, empezó a conocer nuestros cuerpos. Fue algo tremendamente lascivo. Miraba al conductor por el espejo e intentaba que no se percatara de sus caricias, como si fuera algo prohibido. Primero deslizo la mano por la pierna de David. Pude ver como su bragueta se inflamaba con aquel primer roce. Luego, acarició la mía y pude notar que mi sexo, se humedecía un poco.

 

Llegamos al hotel y entramos sin que nos pidieran registro alguno. Fuimos a la habitación y pedimos una botella de vino rosado para compartir (no recuerdo quien lo pidió pero fue bueno remojarse los labios con algo fresco).

 

David encendió el hilo musical. La música sensual de Black velvet empezó a sonar. Adriany cogió una de las sillas de la habitación, la puso en mitad de esta y nos deleito con un sensual Strip Dance. Nos quedamos los dos fascinados mirándola. Ella se acercó y nos hizo besarnos. Deseaba que empezáramos nosotros a animarnos, ser ella la que nos observaba. Empezamos a besarnos mientras ella iba desabrochando desde atrás la camisa de David y frotando sus pechos en su espalda. David me descordó el top y lo bajó dejando mis pechos visibles ante sus ojos. Adriany bajó la boca y empezó a succionarme los pezones. Me encantó sentir su boca. Mientras, David desabrochaba su sujetador dejando ver sus tremendos pechos liberados. Empezó a acariciarlos mientras ella, seguía deleitándose con los míos.

 

Sentí como las manos de Adriany desabrochaban mi pantalón y yo buscaba desabrochar su ajustada falda. David se había incorporado y entre medio de ambas, también bajaba su cremallera dejando visible su descomunal miembro. Eso me excitó mucho. Pude sentir que Adriany también se estremecía con aquella visión. Acerqué mi boca al sexo de David y ella se fue detrás, deleitándose en su agujero negro. Lo lamía y yo le chupaba el glande mientras David gemía loco de goce como un poseso. Se incorporó y bajó su tanga dejando ver su miembro. Era también delicioso. Luego vino hacía a mí y bajó mis braguitas dejando mi sexo al descubierto. Ella se sentó en la cama y me condujo para que me sentara sobre su sexo. David nos miraba y no dejaba de deslizar su mano por su pene incrementando más su deseo. Verle dando se placer nos excitaba a ambas a la vez, que por primera vez, fui penetrada por una mujer. Empecé a moverme poco a poco, saboreando con mis labios interiores cada centímetro de aquella berga dura y ardiente. Sentía los gemidos de Adriany y me hacía mojarme cada vez más y más y más. Me derramé por primera vez sobre ella. Cuando sintió mi humedad crecer del todo, deslizó un dedo arrastrándolo hasta mi ano. Invitó a David a forma parte de nuestro goce. Sentí su sexo duro adentrarse en mi culo mientras Adriany me proporcionaba golpecitos sensuales con su pelvis para que sintiera más su sexo dentro de mi. David iba poco a poco disfrutando de mi agujero trasero. Podía sentir su miembro crecer más y más a medida que entraba y salía de mi. ¡Era increíble sentirse doblemente penetrada! El placer había sobrepasado todo lo inimaginable.

 

David salió de mí y se fue tras Adriany. Ella sacó su berga de mí y empezó a lamer mi sexo mientras él, la montaba desde atrás. Me fascinaba tener la visión de ellos dos disfrutando delante de mi mientras ella seguía sin dejar de darme placer. Me derretí en su boca una, dos, tres veces, mientras disfrutaba plenamente de aquel trío con todos mis sentidos a flor de piel. 

 

Adriany se dio la vuelta y empezó a succionar el sexo de David mientras se masturbaba para él. Yo fui detrás de él y empecé a lamer su ano, como antes lo había echo ella, mientras también me masturbaba para él. Miró hacia un espejo que teníamos en un lado y al vernos a las dos entregadas a nuestro placer y al suyo, se derramó en la boca de Adriany que siguió y siguió lamiéndola hasta tragarse toda su leche.

 

Yo quería saborear el miembro de Adriany pero ella quería penetrarme por detrás. Me puse a cuatro patas para ella. David se colocó de forma magistral bajo de mi sexo y empezó a lamerlo mientras contemplaba como ella me montaba a placer. Yo no podía dejar de gemir. No podía controlar mis orgasmos que iban uno tras otro, tras otro, tras otro. Estaba completamente empapada de un leve y cristalino sudor por tanto y tanto esfuerzo de encadenar un delirio tras otro. Adriany aceleró un poco el ritmo. Me cogió de mis caderas y fue a más y más. Pude sentir sus huevos golpear mi sexo y de golpe, sentí su leche derramarse entre mis nalgas. ¡Que delicia Dios!

 

Quedamos los tres tumbados en la cama intentando recobrar un poco las fuerzas. No era para nada el trío que había soñado, que había imaginado más de una vez en mis deseos más ocultos. Pero puedo aseguraros que superó con crece, todos los sueños húmedos que había tenido hasta la fecha satisfaciendo con creces, todas mis expectativas sexuales jamás imaginadas.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡¡¡Muchas gracias!!! No lo olvidaré.

      ¡¡¡Sigue disfrutando cada martes de mis relatos!!! Y si lo deseas, cada día de mi blog.

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