miércoles, 19 de febrero de 2014

LLÁMAME (relato)

 

Había sido un día de febrero verdaderamente atípico. Cuando salí del trabajo a las tres de la tarde hacía veinticuatro grados. ¡Parecía primavera!

 

Conducía con las ventanillas bajas cargando las pilas de mi cuerpo con aquellos rayos de sol tan ocultos tras las nubes días atrás.

 

Cuando llegué a casa, la energía que había sentido en todo mi cuerpo del astro rey, me hizo estar un poco… nerviosa a nivel sexual. Hubiera deseado tener a alguien a mano a quien llamar para aliviar el calor interno que tenía.

 

En aquel momento sonó el teléfono:

 

-         ¿Sí?

-         Hola,… ¿Sabes quien soy?

-         No. No tengo ni idea. ¿Quién eres?

-         ¿En serio no reconoces mi voz?

-         La verdad es que no.

-         Bueno,… no querría molestarte.

-         Bueno, dime quien eres y ya te diré yo si me molesta o no.

-         Soy lo que buscas.

-         ¿A sí? ¿Qué busco?

-         Alguien ardiente que satisfacerte. – cuando escuché aquello me quedé blanca, sin poder articular palabra.

 

-         ¿Sorprendida?

-         Un poco – respondí temerosa.

-         ¿Por qué?

-         No se como puedes saber eso.

-         ¿Quieres que cuelgue? – juro que deseaba decir SÍ pero aquella charla sin charla me estaba gustando mucho.

-         ¿Quieres que cuelgue? – volvió a decir de forma mas sensual que la anterior vez.

-         No.

-         ¿Cómo vas vestida ahora?

-         Me estaba desnudando. Ahora llevo una camisa blanca y voy descalza.

-         Quiero que vayas a tumbarte a un lugar cómodo. ¿Llevas ropa interior?

-         Si, un sujetador negro y braguitas a juego.

-         Quiero que te desabroches la camisa. Quiero que te acaricies los pechos por encima del sujetador – desabroché uno a uno lentamente los botones de mi blusa. Empecé a deslizar mis manos por encima de mi sostén. - ¿Cómo están tus pechos?

-         Duros y mis pezones erectos.

-         Mmmmmmmmmmm. Que pronto ha reaccionado tu cuerpo. ¡Me gusta! ¡Me gusta mucho sentirte así – respondió con un susurro lascivo que erizo toda mi piel. – Ahora sácate los pechos por encima del sostén sin quitártelo. Pon el manos libres y pellízcate dulcemente tus pezones – no sé porque pero obedecí.

-         Mmmmmmmmmmmm – susurré de placer.

-         ¿Te gusta?

-         Mucho.

-         ¿Notas tu sexo humedecerse?

-         Es un río ya.

-         Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm – respondió él. – Me encanta sentirte tan caliente. Puedo notar como quema tu cuerpo desde aquí.

-         Sigue.

-         Desliza una de tus manos entre tus piernas. Agarra tu sexo por encima de tu braguita. ¿Qué sientes?

-         Arde, necesita que lo sacien, necesita ser aliviado de su calor.

-         Así me gusta. Desliza un par de tus dedos hacia su interior. ¿Cómo está?

-         ¡Húmedo! ¡Muy húmedo!

-         ¿Te gustaría que estuviera allí contigo?

-         Sí, me encantaría.

-         ¿Quieres que sean mis dedos los que entren en ti?

-         Sí, quiero que tus dedos entren en mí.

-         Imagina mi mano, deslizándose entre tus muslos. Me encanta el tacto de tu piel. Rozo tu braguita y tu cuerpo se estremece por entero. Deseas que siga más allá de la tela. Mis dedos separan un poco tu braguita y uno a uno entran en ti y salen. Quiero verte disfrutar poco a poco de cada uno de ellos. ¿Te gusta?

-         Sí, sigue.

-         Entran dos a la vez y los muevo dentro de tu sexo en círculos. Rozo tu interior y eso te gusta. Oigo tus gemidos y siento como mi sexo empieza a ponerse muy duro. ¿Te gustan grandes y duros?

-         ¡Me encantan!

-         Ahora meto otro dedo más y sigo moviéndome dentro de ti ahora dentro, ahora fuera,… eso te vuelve loca de placer. Siento como gimes y me excito verte caliente, estimulada, cachonda. Dime que no pare.

-         No pares por favor. No pares.

-         Mmmmmmmmmmmm. Me gusta escucharte suplicante deseando más. Mi cuarto dedo se adentra dentro de ti con fuerza, deslizándose dentro, más adentro y sintiendo como tu sexo se contrae y coges mi mano con tu vagina.

 

No puedo dejar de gemir y deseo que siga, que no pare, que continúe dándome placer.

 

-         ¿Quieres correrte para mí? – me dice y en aquel momento un primer orgasmo bestial recorre mi cuerpo por entero.

-         Mmmmmmmmmmmmmmmm. ¡Te deseo! Quiero que te sigas corriendo para mí. Mis dedos siguen dentro de ti, moviéndose desesperadamente buscando tu placer, saciando tus ganas. ¿Me deseas?

-         Te deseo.

-         ¿Dímelo de nuevo?

-         ¡TE DESEO! No pares. No pares,… no, mmmmmmmmm.

-         ¿Dime que quieres que te haga?

-         Quiero sentir tu polla dentro de mí.

-         Mmmmmmmmmmmmm. Saco mis dedos y bajo mi boxer. Mi sexo está tremendamente duro, tremendamente grande. Te lo meto poco a poco. Mmmmmm, tu sexo está chorreante y el mío se va adentrando sin problemas. ¿Te gusta?

-         ¡Mucho! No pares. Sigue.

-         Mmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Está toda dentro de ti. ¿La sientes?

-         Si, la siento, me encanta, mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.

-         Así me gusta, mmmmm. Empiezo a moverme lentamente. Quiero oirte gemir. No dejes de gemir para mí.

-         Si, no pares,… más. Quiero más.

-         Así me gusta. Acelero mi ritmo. ¿Te gusta?

-         Me encanta tu polla. No dejes de moverte. La quiero toda dentro de mí.

-         Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Así me gusta. Acelero más el ritmo. Mis embestidas son cada vez más fuertes y más fuertes. Quiero oírte correr. Córrete para mí. Córrete para mí. Córrete para mí.

-         Sí, … sí… sí,… sí …. Sí … sí… sí, así. – encadené un orgasmo tras otro tras otro.

-         Mmmmmmmmmmmm. Tu coño está tan húmedo que no puedo controlar ya mis brutales acometidas. ¿Las notas? ¿Notas como te embisto?

-         Si,… no pares no, … no pares,… no pares, … no pares.

-         Córrete para mí, quiero oírte correrte.

-         Sí,…. Sí…. Sí….. Sí…. Sí …. Sí, sí, sí, sí, sí, sí…. ¡Diooooooooossssssssss! – mi sexo encadenaba un orgasmo tras otro tras otro.

-         No pares, sigue corriéndote para mí. ¡Quiero oírte! Dame más…

-         Si, no pares,… dame más. ¡Dame más!

-         Cielo, no puedo contenerme más. ¿Quieres que me corra?

-         Si,… córrete dentro de mí – cuando acabé la frase escuche un grito de placer inmenso que salía del móvil. Seguí y me corrí dos o tres veces más escuchando su grito.

 

Quedamos los dos extasiados.

 

-         ¡Eres una máquina sexual! ¡Vaya pedazo de hembra! – me dijo la voz masculina del otro lado del teléfono. – Ya tienes mi teléfono. Si quieres más aquí me tendrás para ti.

-         ¡Gracias! – respondí y colgué.

 

Había sido todo una locura y ni siquiera sabía quien había sido. Eso lo hacía todo más excitante, morboso y prohibido. Ya tenía ganas de volver a llamarle cuando de golpe volvió a sonar el teléfono.

-         ¿Lista para el segundo asalto?

-         Sí – dije sonriendo sorprendida de nuevo de que hubiera sido capaz de volver a leerme la mente.

 

Pasamos toda la tarde dándonos placer y los días siguientes. Es increíble que siempre sepa cuando le deseo. Sólo me gustaría saber si disfruto tanto así sin él al cien por cien, como será el día que nos conozcamos y tengamos un cuerpo a cuerpo de verdad. ¡Mmmmmm! Prefiero no imaginarlo.

 

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