viernes, 8 de julio de 2016

VIVIR SIN CORAZÓN (poema)


VIVIR SIN CORAZÓN
010/150

Volver a una casa donde yo no estás

y respirar tu esencia en cada estancia

sin tenerte nunca más presente.

 

¿Qué debo hacer ahora que te fuiste?

Hay momentos en los que mi único

deseo es cerrar los ojos y dormir,

pues tu habitas en mis sueños.

Puedo hablarte, sentirte de nuevo.

Es tan gratificante esa sensación

de volver a estar contigo.

Es como si nunca te hubieras ido.

En ese otro mundo Onírico

tu presencia una realidad,

una con la cual me siento

más cómoda en este mismo instante.

Podemos volver a compartir

palabras, momentos, abrazos,

ilusiones, esperanzas, sueños.

 

Algo me despierta

obligándome

a abrir los ojos.

Mientras la realidad

me abofetea

fuertemente en la cara.

 

Tú ya no estás,

sólo me queda

tu partida eterna,

tu calor distante,

tu recuerdo

lleno de ausencia.

 

Sólo me queda

acostumbrarme,

hacerme a la idea

que nunca más

estarás aquí.

jueves, 7 de julio de 2016

EMPEZÓ EL VERANO



009/150

Querido hermano,

 

¡Hoy empezó el verano! Sí, ya lo se lo que me dirás, que empezó el veinte o el veintiuno de junio pero para mí, comenzó hoy. ¿Cómo lo sé? Pues porque hoy fui de entierro.

 

No sé como explicarlo pero desde hace ya varios años, para mí el verano empieza teniendo que despedir a alguien conocido: el hijo de Diego, la madre de Reme, mi abuela Granada, el padre de Santi, la madre de Marta, los padres de Ana, mi tío Teodosio,…

 

Este año temía la llegada del verano de manera especial pues varias personas muy queridas se encontraban mal de salud, entre ellos mi abuelo y mi padre. Tenía el corazón encogido temiendo que en cualquier momento uno u otro serían los que inauguraran de manera dolorosa esa llegada del calor que me solía dejar helada por dentro siempre.

 

Iba de acá para allá temiendo que sonara el teléfono en cualquier momento. ¡Sí! Ya sé lo que me dirás: “Así no es manera de vivir, hermanita” pero es lo que suele pasar cuando tienes a seres queridos con una salud maltrecha. Te guste o no, sufres por ellos y anhelas que se mejoren siendo consciente de que hay dolencias que son difíciles de superar.

 

Cuando desperté el lunes jamás esperé que fuera tu muerte y un crespón negro en el logo de tu grupo de percusión el que me diera una noticia tan amarga a través del ordenador. Tenías cuarenta y un años y toda una vida por delante hermano.

 

Tuve que entrar a despedirme de tus restos pues no era capaz de creerlo. De ti ya no quedaba nada en aquel lugar, sólo tu cuerpo, tu esencia ya no estaba, no allí, no en aquel ataúd.

 

Hablé con tu mujer y me dijo: “Te avisé esta mañana en cuanto pude, pues él te apreciaba y te tenía mucho cariño”.  Rompí a llorar y sólo pude decirle que aquel cariño era el mismo que yo sentía hacía tu persona.

 

En el tanatorio había mucha gente. Todo estaba atestado de semejantes que te conocían, que habían compartido contigo un momento especial u otro, que te querían y no se lo podían creer. El primer día allí fue duro, pero la serenidad de los que te habían conocido hacía que todo fuera más soportable dentro de la pena. Mas hoy, toda aquella entereza del ayer se rompió por las lágrimas de todos sin excepción al dirigirnos a tu último adiós. Antes de que tus restos bajaran, doce ramos de flores pasaron ante nosotros hacía el obituario. Sé que las flores no son sinónimo de importancia para más de uno pero aquello significaba para mí, para todos que quien nos había dejado era alguien muy querido y al que extrañaríamos mucho.

 

Tu ceremonia no podía ser religiosa, tú no eras así. La tuya ha sido la primera despedida civil a la que he asistido. Al entrar aquellos centros de flores rodeaban el tambor que habías tocado durante muchos años. Primero, tu compañero de percusión que llevaba veinte años a tu lado, nos daba la bienvenida a todos. Tu esposa nos daba las gracias y te las daba especialmente a ti, por vuestra vida, por vuestros tesoros (vuestras dos hijas), por vuestras pasiones comunes centradas en una muy especial: la música. Luego, con una fortaleza digna de una madre, compartía con todos nosotros vuestra canción, la de los cuatro, que hablaba de un mar que hoy estaba embravecido por la pena, por la furia, pero que mañana, estará de nuevo calmado. Era la primera vez que la escuchaba y esa letra, me dibujó el rostro de tus tres chicas y ese malestar que les debía hervir en ese mismo instante dentro del pecho. Posteriormente de nuevo tomó de nuevo la palabra tu cómplice musical. Él nos contó cosas que muchos ya sabíamos sobre ti como tu pasión por la percusión, tu forma tan peculiar de ser tan persistente en algunos temas (por no decir en todos), tu rara forma de cocinar por tus innovaciones culinarias (sobretodo aquella tortilla de macarrones que ninguno de ellos ha podido olvidar, aunque no ha quedado muy claro si para bien o si para mal). Todos te recordaban contando chistes no muy agraciados (principalmente el de la Cocacola que yo realmente no recuerdo en este momento). Todos recordaban tu regalo, por esa persistencia tuya, por esa constante firmeza, cuando cumpliste los treinta años (un camiseta con un taladro en la parte frontal, como no). Todos tenían presente tu persona como alguien vitalista, con mucha fuerza, con mucha energía, con mucho ritmo y con unas tremendas ganas de disfrutar al máximo de la vida incluso cuando conducías aquella furgoneta a ciento sesenta con nueve personas y los instrumentos yendo a todos aquellos bolos.

 

Como despedida tu grupo te dedicó un merengue con sus camisetas verdes, esa misma que tu también vestías en el féretro debajo de tu camiseta de cuadros blancos y rojos.

 

Luego tu grupo de Gigantes, con crespones en la solapa, te dedicaron un par de bailes en tu memoria. Los ramos de las Gigantas de flores de colores uno y de flores blancas y violetas, se las dieron a tus hijas.

 

Todos se iban despidiendo de ti con palabras, con recuerdos que habías compartido también con nosotros si no en el mismo instante, mediante la infinidad de videos y fotos que luego compartías para hacernos participes de esa felicidad tan deliciosa que destilaba cuando te ponías aquella camiseta verde.

 

Tras todo, el silencio, el recogimiento, el último trayecto a tu lado. Me quedé en el coche esperando, hasta que pasó el tuyo, con aquella única corona de rosas rojas atrás colgada.

 

Al llegar a casa el dolor de cabeza no me dejaba pensar en nada. Me tumbé en la cama e intenté conciliar un sueño que me había faltado desde que supe que ya no estabas entre nosotros. Con los ojos hinchados, después de algunas horas, al final perecí sobre la cama.

 

Al despertarme tu recuerdo era dulce. Todos habían compartido contigo no sólo un momento, varios, sino también una canción. Yo jamás olvidaré aquel 3 de diciembre de 2007 que fue cuando te cruzaste en mi camino. Aunque el día en el que yo sentí que serías como un hermano para mí fue el diez de ese mismo mes.

 

¿Qué canción me recuerda a ti? Madre mía, tú tenías una peculiar manera de vivir la música. Todo eran grandes composiciones pero sin lugar a dudas, mi madurez instrumental y musical no había llegado a la tuya ni de lejos. Eso sí, hay una canción que conocí de tu mano que sin lugar a dudas tenía mucho de los dos y que siempre me recordaba a ti, a mí, y esa manera de sentir y vivir la vida. Era la de Ojos de Brujo, la de Todos Mortales*. Con ella llega mi despedida en este instante. No puedo decir ni una palabra más salvo que te llevo en mi corazón y que jamás te olvidaré pues formas parte de mi vida en presente, en pasado y en futuro.

 

¡Nunca te marchitarás en mi recuerdo pues tu recuerdo, para mí, será eterno!

 

Tuya, siempre, tu hermana de otra madre,

 

PAULA J.

 


 

TODOS MORTALES (Ojos de Brujo)

No te marees es la tierra la que bombea.
No son tus pies ni tampoco tu cabeza la que gira gira gira
Sobre un eje dando mil vueltas.
Queramos, quieran en lo que no tiene forma gira gira
como el que corre sin respira pa llegar a su meta gira gira
como cariño que descansa despierta y que lleva gira gira
como cometa que alcanza corriente y que vuela gira gira
como relojes que avisan del tiempo y no espera.

Gira gira gira, pobres y ricos todos mortales
siguiendo el mismo son son son y los mismos compases
gira gira gira el universo con su galaxia
y tu gira igual con tus miedos y esperanzas.

Que difícil es decir que no
la pasión dice a la razón
si miras pa abajo castiga y marea
si miras pa lante se lleva mejor
si miras pa abajo castiga y marea.

Gira gira...
gira gira...
gira gira...
gira gira...

Después de todo listo
después de todo lo vivido
después de tanta vuelta de tanto giro de tanto lío
y al final de tantas noches en vela
hoy tiran to los caminos
como arrieros que somos y caminantes que morimos.

Gira gira
como el que corre sin respira pa llegar a su meta gira gira
como cariño que descansa despierta y que lleva gira gira
como cometa que alcanza corriente y que vuela gira gira
como relojes que avisan del tiempo y no espera


Gira gira ay ay ay ay que marea
gira gira caminante caminante
gira gira y haz tu camino y na más
gira gira.

Gira gira gira, pobres y ricos todos mortales
siguiendo el mismo son son son y los mismos compases
gira gira gira el universo con su galaxia
y tu gira igual con tus miedos y esperanzas.

 

lunes, 4 de julio de 2016

NI UNA PALABRA MÁS



008/150

Esta mañana me levanté con una sensación rara en mi cuerpo. Era muy temprano, a penas el sol podría estar despuntado el alba. Siempre me suelen decir que tengo demasiados pajaritos en la cabeza y que veo señales, siento cosas que en verdad no existen.

 

Tomé un vaso de agua, fui al baño y me volví a recostar en la cama. “Quizás ellos tengan razón” me dije mientras sentía cada vez más frío en mi interior. Me cubrí con una manta y al final, el calor, poco a poco, fue consolando mi cuerpo hasta dejarlo de nuevo dormido.

 

Cuando ya había llegado una hora razonable para levantarse, la noticia de tu muerte me llegaba atravesándome por entero, como un tiro que llega con su bala adecuada adentrándose en mi pecho, pero sin orificio de salida.

 

Tan sólo hace cuatro días te había escrito, pues llevaba demasiados días sin saber de ti (quince en concreto). En ese último cruce de las palabras me decías: “Estoy de vacaciones en el Hospital”. Luego, con ese tono irónico del que no da importancia a una enfermedad pese a que esta sea muy grave entonabas tras yo preguntarte por qué: “La quimio es veneno”.

 

¡Te mató el veneno! O la enfermedad, o ambas a la vez. Esta mañana no había nada que decir. No quedaban palabras, ni existirían nunca más.

 

Me dijiste ya hace un par de años cuando me diste la noticia de que te habían operado: “¿Por qué lloras? Esto no es nada”. Mas yo sabía que me mentías y que aquello acabaría contigo. No volvimos a hablar nunca más sobre ello y aunque ambos lo sabíamos cuando nos escribíamos, cuando hablábamos, nunca le dábamos más importancia de la que tú querías darle (supongo que así me protegías para que no volviera a llorar y para no sentirte triste por ser el causante de ese dolor simplemente por ser alguien tan importante en mi vida).

 

Hoy no estas para mitigar esta pena que siento crecer cada minuto que pasa aquí en mi interior. No está tu risa, ni tus palabras, ni tu música, ni tu abrazo, ni tu humor, ni tu rostro,…

 

Dijiste que no ibas a ir a ninguna parte. ¡Lo prometiste! Mas hoy incumpliste tu palabra.

 

Me gustaría poder enfadarme contigo pero no me has dejado ni fuerzas, ni valor para poder echarte en cara este abandono que hoy dejas, sin querer, tras de ti.

 

Descansa en paz mi dulce hermano de otra madre. Esta que te quiere y no te olvidará jamás, solo le queda poder rezar por tu alma con la esperanza algún día de encontrarte en el más allá para decirte a tu cara… “¡Rompiste tu promesa! Me dejaste sola por siempre jamás”.

 

PAULA J.

sábado, 21 de mayo de 2016

CUANDO NUESTRA VOZ DEJA DE EXISTIR



007/150

En la garganta está situado uno de los centros energéticos del hombre teniendo así una importancia especial que nos permite situarnos en nuestro lugar a través del lenguaje.

A través de la voz nosotros nos expresamos sobre lo que somos, permitiéndonos así colocarnos en el mundo exterior.

Cuando perdemos la voz o tenemos dificultades para hablar, es que no nos estamos sincerando y por eso “algo” se nos está atragantando (en mitad de ese punto energético impidiendo así salir nuestra voz haciendo que esta, al final, se nos queda encallada dentro).

Es como si en cierta manera, el hecho de no poder expresarnos por no tener voz, nos ayude a controlar aquello que no debemos, por algún motivo, decir aunque lo deseemos con todo nuestro ser al completo. Al final, el consciente ahoga al inconsciente que lucha por salir a decir su verdad, y la garganta sufre las consecuencias de la represión (es por eso que la afonía deja una certidumbre posible de una rabia reprimida).

En resumen, que las consecuencias de expresar lo que tengo que expresar con mis palabras son más desgarradores que lo que me sucede en ese momento, y por eso lo comprimo dentro de mi. Y como no lo puedo constreñir de forma conscientemente, porque trata imperiosamente de salir de mi, lo hago de forma celada, y “me pongo afónico” sin querer.

Es por eso que cuando nuestra voz deja de existir, en cierta manera, acallamos nuestro ser por ese mal mayor de ver sufrir a alguien al que queremos y al que no deseamos hacer daño alguno.

Cuando nos falta la voz no podemos expresarnos, perdemos la facultad de hablar siendo así silenciosos espectadores de un dolor que no queremos agravar, sino que anhelamos mitigar con todo nuestro cuerpo incluso para acabar sacrificando nuestra capacidad de comunicarnos.

 

MORALEJA: Mahatma Gandhi dijo: “La voz interior me dice que siga combatiendo contra el mundo entero, aunque me encuentre solo. Me dice que no tema a este mundo sino que avance llevando en mí nada más que el temor a Dios”.

viernes, 20 de mayo de 2016

DOS TONTOS PERO QUE MUY TONTOS



006/150

Sócrates dijo: “Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”. Está claro que los individuos que han enviado hoy de la central sólo pensaban: “Mira tío, dos días en una gran ciudad a gastos pagados”. ¡Lamentable! Pero cuando trabajas en una multinacional esta clase de ignorantes suelen aparecer por desgracia con demasiada frecuencia. Están aburridos en la central y… ¿Qué hacen? Enviar a una versión mal lograda de Zipi y Zape para ilustrar a un montón de mujeres a los que ellos no consideran ni dignas de replicar lo más mínimo. Sin embargo, como decía el Chavo del Ocho… “¡¡¡NO CONTABAN CON MI ASTUCIA!!!”.

Hoy les han dado por presentarnos un programa que en principio es una chapuza y al final es… ¡¡¡UNA GRAN CHAPUZA!!! ¿Sabéis como les ha dado por presentarlo? Como una nueva manera de reducir el papel de la empresa (¡GUAU! Están pensando en el medio ambiente… ¡¡¡MENTIRA!!! Como el control siempre pasa por la información, todo aquello que se pone en un papel, pierde su valor ya que no pueden controlarlo. De esta manera, no sólo se reduce el papel sino que controlan cada uno de nuestro movimientos (cosa que no estaría mal si el programa, antes de hacerse, les hubiera dado por consultarlo con aquellas que lo tendrán que llevar a su pleno funcionamiento. Aunque… ¿PARA QUÉ?). Eso sí, para quedar como DOS VERDADEROS HEROES les ha dado por decir que no se empieza la casa por el tejado. Entonces, han empezado a llover las preguntas (por desgracia yo sola era la que tenía dudas (o las demás son unas conformistas o lo mismo le da ocho que ochenta que en cierta manera, resulta hasta patético)). Y una a una, preguntas tan simples como donde poner unos datos que eran necesarios para crear los proyectos, has sido respondidos con un… “¿¿¿QUÉ???” Seguido por un… “¿¿¿PERO ESE DATO HACE FALTA PARA HACER LOS PROYECTOS???” Así que dos hombres, que llevan trabajando en la empresa más de dos años uno y casi diez otro, después de empezar trabajando desde el mismo puesto donde estamos nosotras ahora, NI SABÍAN LO QUE HACE FALTA PARA HACER UN PROYECTO. ¡¡¡VAYA TELA!!! Es decir, para que lo entendamos todos, dos hombres que están cobrando diez veces más que nosotras, que tiene la confianza de la empresa porque llevan tanto tiempo en la empresa, resulta que no sabe como funciona ni su propia empresa. ¿Qué os parece? ¡¡¡HORRIBLE!!!

Luego no me extraña que el restos de países vayan a la cabeza cuando un mal proyecto de “execrables profesores” se toman un viaje para ilustrar y aprender a las nuevas mentes como una visita guiada a los concubinatos de moda y no sin antes llenar la panza hasta quedar bien satisfecho tanto en la mesa como en el lecho.

¡En fin! Dos horas perdidas por un chiste mal contado por un par de humoristas de quinta división. ¿Cuál era el chiste? En la moraleja os lo cuento.

 

MORALEJA: Conocen el chiste en el que se encuentran dos amigos y uno le dice al otro:

 

- ¿Qué tal te va?

 

- Pues regular, ¿y a ti?

 

- A mi fenomenal.

 

- ¿Y eso?

 

- Me he comprado un caballo fuera de serie,  es una maravilla.

 

- Cuenta, cuenta...

 

- Pues, es un pura sangre, y está amaestrado: Me limpia el jardín, me trae el periódico...

 

- Te lo compro.

 

- Ni de vaina. Te he dicho que ha ganado los mejores campeonatos mundiales hípicos. He ganado mucho,  mucho dinero en las apuestas...

 

- Te doy 300.000 € por el caballo.

 

- Bueno, por ser mi amigo, te lo vendo. Pero con mucha pena...

 

 

Al mes se vuelven a encontrar

 

- ¿Qué tal te va con el caballo?

 

- Pues de pena. No corre más que una tortuga. No obedece. No hace nada. Sólo sabe comer y cagar...

 

- Tú sigue hablando así del caballo qué lo vas a vender...

¿¿¿Entendéis ya el porque de mi enfado??? ¡¡¡BUENAS NOCHES!!! Y que Dios os libre de individuos que apuestan por la ignorancia en vez de impartir conocimiento.

lunes, 16 de mayo de 2016

ESTA NOCHE SOÑÉ CONTIGO (Relato)



005/150


 

Querido amigo,

 

Esta noche volví a soñar contigo. Quizás fue consecuencia de ese café inesperado, de ese perfume embriagador que llevas, de esa forma de tocar sin apenas hacerlo. ¿Cómo puede ser tan real un sueño? Podía sentirte ahí, frente a mí, en un lugar completamente desconocido hasta la fecha. Alguien nos trajo la comanda y luego,… desapareció, sin más. Estábamos solos tú, yo, tu taza de café solo y mi infusión de menta poleo (un cuarteto de lo más normal dado que sólo somos amigos).

 

Sin embargo, cuando todo se cae, incluso las etiquetas, el subconsciente lo sabe y deja fluir ese instinto animal que todos llevamos impreso y contenido a flor de piel. Quise centrar mis ojos en los tuyos como siempre. ¡Me costó horrores! Como un intruso en tu cuello, aquel colgante empezaba a llamar a mi bestia interior sin remedio, enmarcando, con los bordes de tu camisa, aquel pedazo de torso al descubierto debajo de él. Un sudor frío empezó a recorrerme el cuerpo. Tomé un sorbo de infusión (dicen que el agua siempre serena, pero comprobé que no cuando está caliente y por ella, destila el poder de las especias).

 

Por un instante sentir temblar mis piernas. Podría haber escapado pues sabía que ni me perseguirías ni me pedirías explicaciones. Mas algo me hacía permanecer ahí, casi anclada ante ti. “¡Dios!” Dije para mí misma. “¿Qué me está pasando?” Nadie respondió. Pero la bestia estaba ahí, hambrienta, sedienta, insalvablemente irracional, casi impertinente. Sabía que no la podría contener por mucho más tiempo.

 

Mentalmente no dejaba de repetirme: “Somos amigos, sólo amigos”. Yo me escuchaba, lo utilizaba como mantra interno para poder seguir un poco de tiempo más controlando lo incontrolable. “Somos amigos, sólo amigos” me susurraba para mis adentros. Deseaba que se convirtiera en una canción bien entonada, que algo así consiguiera calmar para siempre ese volcán desatado que había empezado a estallar en mi interior.

 

El silencio que sin querer había rodeado aquel momento se rompió con tu voz: “No somos amigos. ¡Hoy no!”. El dique se había roto del todo. La avalancha ardiente de lava, arremetió contra aquella tímida mesa que nos separaba a ambos haciendo que las tazas volaran hasta acabar hechas pedazos en el suelo. Ya nada separaba tu cuerpo del mío. Podía enfrentarme de frente con aquel mísero colgante que me había estado incitando a que lo arrancara desde el primer momento. Transgredir con mi boca, con mi lengua, ese pedazo de tu piel al descubierto que había hecho arder mi deseo hasta hacer que mi cuerpo estallara. No podría controlar mi ímpetu, mi frenesí se desbordaba de manera violenta.

-         Sosiega – susurraste.

-         No puedo – confesé de manera jadeante y entrecortada.

-         Dame tu boca, lentamente – dijiste son un rumor templado.

-         ¡No puedo! – no podía controlarme, la fiera está desatada por completo.

-         Paula… ¡Para! ¡Mírame! – fue una orden suplicante.

Frené en seco. Deposité mis ojos en los suyos. Su forma hipnótica de mirarme refrenaba mi corazón aquietando así mi respiración. Nos acercamos el uno al otro de manera casi imperceptible, estrellándonos en un beso tierno y sincero que derritió el hielo que podía quedar entre nosotros. Qué boca, qué lengua, qué calor entregado en dosis controladas de fogonazos tan bien dosificados que aceleraban y refrenaban irremediablemente mi deseo, mis ganas de más.

Tras ese leve contacto, tu aún sentado y yo reclinada sobre ti, pude sentir como tus dedos se deslizaban suavemente por encima de mi blusa. Desee bajar mis manos para desabrochar tu camisa. Una vez más, como si leyeras mi pensamiento, me cogiste las manos con una de las tuyas y me las aprisionaste en el aire con un leve movimiento casi imperceptible.

-         Cálmate. No me lo hagas repetirlo – ordenaste elegantemente.

Esta vez no respondí. Me dejé llevar sin más, esperando encontrar el ritmo adecuado para poder poseerte sin prisa.

Tus manos se precipitaron elegantemente debajo de mi blusa. Tus diestros envites empezaron a introducirse bajo mi sostén y a jugar delicadamente con mis erectos pezones aún prisioneros. Ese tacto casi imperceptible, templado, sosegado me encendía de tal manera que cada vez me costaba más y más contener a la fiera en mi interior. Mi lado más salvaje estaba siendo llevado hasta el extremo puro de la perdición y en el filo de este, un hilo me sostenía en el límite justo para suplicar más, para no caerme, para seguir ahí, templando mi deseo desbocado hasta un límite jamás imaginado y disfrutando de tal manera, que no existe palabras suficientes en este mundo para describir aquel deleite vivido.

Sacaste mis pechos por encima de mi sostén lentamente. Podía notar cada costura del sujetador, golpeteando aquel punto máximo erecto de mi pecho elevando mi éxtasis cada vez más. Una vez fuera, un suspiro suplicante y delirante inundó aquella estancia. El roce de mi blusa jugueteaba ahora con la excitación de mis pezones descomunalmente duros como jamás lo habían estado. Mis braguitas estaban húmedas y calientes. Todo mi sexo chapoteaba en un ardor, en un deseo exquisitamente delicioso. Sentía tus manos calientes sobre mi piel mientras me imaginaba como tu sexo también sufría como el mío a la espera de ese momento de contacto deseado, mientras uno se adentraba en el otro. Mis ojos se cerraban y se abrían con cada roce de tus dedos sobre mi vientre. Se movían en el límite de mi pantalón, jugueteando con mi ombligo. No me di apenas cuenta que uno a uno, fuiste desabrochando con tu otra mano, los botones de tu camisa. Levantaste mi blusa y tus labios besaron mi vientre con una dulzura ardiente que casi pierdo el control. Te miré y fue en ese instante cuando todo tu torso al descubierto se presentó ante mí. No me hiciste sufrir cuando mi boca, delicadamente, se fue acercando para poder deleitarlo beso a beso, cada centímetro de manera pausada, sin acelerar ni una décima de segundo el ritmo, pudiendo notar en mis labios cada pequeño estremecimiento de tu ser con nada nuevo roce. Me arrodillé ante ti, mientras mi boca seguía bajando lentamente por tu pecho hasta tu obligo. Ahora era yo la que podía escuchar tus gemidos casi imperceptibles deseando que sintieras en tu propia piel, lo que era estar en ese borde exacto de perder el control vigilando siempre no perderlo.

 

Solté tu cinturón. Luego, uno a uno, pausadamente, fui desabrochando los botones de tu pantalón. Podía ver la liberación de tu sexo como me agradecía aquel sutil gesto. Me despojé de mi blusa, mientras tú te quitabas tu camisa. Me hiciste que me incorporara cuando me precipitaba a besar lo que contenía tu boxer por encima de este. Sin dejar de mirarme fijamente, me liberaste de mis pantalones. Mis braguitas estaban empapadas. Al verlas sonreíste y me mientras tu boca se acercaba para jugar con mis pezones colaste tus manos tras mi espalda para liberarme del sujetador. Apretaba tu cabeza contra mis pechos. Sabía que no debía, que tenía que seguir controlándome pero cada vez me era más y más difícil hacerlo. Me acercaste hasta tu cuerpo, aún reposando sobre la silla. Ya no tenías los pantalones. Me ayudaste a sentarme sobre ti, a horcajadas con tu sexo anhelante y el mío con ganas de devorarlo. Aquel roce hizo que me mojaras más si era posible. Ladeaste mis braguitas y liberando tu sexo, fuiste controlando como me iba bajándome para sentirlo dentro. Yo no podía controlarme. Sólo notarlo dentro alcancé el primero de mis orgasmos sin el más leve movimiento tuyo.

 

-         Qué poco has aguantado – me dijiste de manera burlona mientras tus manos aferraban mi trasero.

-         He aguantado demasiado… ¿No crees? – respondí mientras te desafía con mi mirada.

 

Tu cuerpo empezó a dejar que el mío se deslizara de manera dulce sobre tu descomunal verga que inflamaba seguía dentro, muy dentro de mí. Movimientos rotatorios, me hacían gozar de ese miembro viril al que había estado deseando poseer desde el primer instante que lo vi ansiosamente duro ante mí. No podía contener mis orgasmos que se venían a mí un y otra y otra vez de manera descontrolada. Te gustaba verme perder el control, gozar con tu cuerpo, con tu sexo atravesando el mío mientras que seguías controlándote para que no se nos escapara de las manos ese momento de placer extremo.

 

Tu ritmo, mi ritmo, el de ambos, se incrementaba muy poco a poco. No podías imaginar cuanto me hacías gozar teniéndome entre tus manos, controlando que la fiera no se apoderara de mí. Seguía gimiendo, cada vez más intensamente. Gozaba tanto a la vez que te odiaba por no dejarme completamente libre para cabalgarte como una verdadera amazona de forma impetuosa, salvaje, brutal, lasciva.

 

El despertador sonó y maldije no haberte hecho correr de placer. Sin lugar a dudas, había sido un sueño muy intenso pues cuando desperté, mis sabanas estaban empapadas en sudor, mi sexo inundado de goce, mi cuerpo con ganas de no haber despertado nunca de esa ensoñación.

 

Sé que Oniro solo es un mundo que vive más allá de mí y de ti. Mas sin lugar a dudas, esta noche soñé contigo, gocé a tu lado y te di la virtud de controlar a un animal salvaje. ¿Cuántos pueden hablar de ello tras un acto tan suicida?

 

Besos y solamente disculpar mi atrevimiento, sin lugar a dudas no era yo aunque jamás me sentí más yo que nunca.

 

PAULA J.

domingo, 15 de mayo de 2016

1944




004/150

 

No es la primera vez que confieso ni ante vosotros ni ante los que me conocen un poco, que soy una apasionada de Eurovisión. Quizás porque no entiendo la vida sin la música, sí esa pasión irrefrenable que alguien demuestra cuando canta con el corazón. Es por eso que un concurso con Eurovisión que no muestra una clase de música sino una muestra de unos cuantos países, me parece un escaparate que se abre ante mi una vez al año lleno de sorpresas y cosas innovadoras que jamás hubiera podido escuchar sino fuera por ese reto entre estrellas conocidas o no tanto.

 

Sin embargo, sé que la música no es tan bien entendida por todo por igual. Es por eso que comentaristas de turno como Anne Igartiburu, son capaces de decir que la canción ganadora no le ha gustado porque no tenía estribillo (¿En serio no hay en España una persona que sepa valorar mejor la música que ella? Hasta mi sobrino de tres años sabe lo que le gusta o no, sin tener que pensar en un estribillo que, dicho sea de paso, es una aportación más bien simplona por no decir francamente estúpida).

 

Mas un año más lo que francamente me ha encandilado a parte del poder vocal y de interpretación de la ganadora Jamala de Ucrania con su canción 1944, es que ninguna canción debe ser juzgada por las tapas y menos por las apuestas que se hacen aquí o allá sobre una u otra.

 

La canción de Ucrania apunto estuvo de no formar parte del concurso de Eurovisión 2016 ya que la canción titulada "1944" habla sobre la deportación de los Tártaros de Crimea ocurrida en la década de los años 40 por la Unión Soviética a manos de Joseph Stalin. La cantante Jamala se inspiró en la historia de su bisabuela Nazylkhan, quien tenía veintitantos años cuando ella y sus cuatros hijos fueron deportados a Asia Central. Una de sus hijas no sobrevivió al viaje y falleció. Mientras tanto, su bisabuelo estaba peleando junto al Ejercito Rojo en la Segunda Guerra Mundial y por eso no pudo proteger a su familia.

 

El estribillo de la canción, que haberlo haylo aunque Anne no lo entendiera al estar en el Idioma tártaro de Crimea, son frases que Jamala escuchó de su bisabuela, expresando que ya no podría vivir su juventud en su ciudad dejando ver así que habían acabado con su mundo con cierta tristeza amarga por las pérdidas (que la cantante ha interpretado como si la viviera en sus propias carnes).

 

Durante las votaciones, Australia era la primera, pero con el televoto, quedando sólo las votaciones por dar de Rusia y Ucrania, esta ha pasado por delante dejando bien claro que a veces las casualidades o las causalidades, dejan claro que lo que pasó en el pasado, jamás debió ocurrir en ninguna parte del mundo y que debemos ser lo suficientemente inteligentes, aunque el “estrillo no acompañe” de no repetir los errores del pasado.

 

¡Enhorabuena Jamala! Para el resto, recordarles que sólo es un concurso y que la calidad no se mide por el poder de un voto indistintamente de quien lo emita.

 

MORALEJA: Henry Van Dyke, escritor estadounidense (1852-1933) dijo una vez: “Utiliza en la vida los talentos que poseas: el bosque estaría muy silencioso si sólo cantasen los pájaros que mejor cantan”.