lunes, 21 de abril de 2014

LOS QUE NUNCA VOLVERÁN




* Doble caída de la imagen de la Virgen en Alcoy (enlace web: https://es.noticias.yahoo.com/video/playlist/procesiones-de-semana-santa-accidentadas/doble-ca%C3%ADda-la-imagen-la-123744760.html?vp=1).

 

* Un coche atropella a una banda de música durante una procesión en Córdoba (enlace web: https://es.noticias.yahoo.com/video/playlist/procesiones-de-semana-santa-accidentadas/un-coche-atropella-una-banda-211212168.html).

 

* Accidentado Encuentro en San Vicente del Raspeig (Alicante) (enlace web: https://es.noticias.yahoo.com/video/playlist/procesiones-de-semana-santa-accidentadas/accidentado-encuentro-en-san-vicente-180428385.html).

 

* La cifra de fallecidos en las carreteras esta Semana Santa supera a la del año pasado (enlace web: http://www.20minutos.es/noticia/2117459/0/cifra-fallecidos/carreteras/semana-santa/).

 

Cuesta creer que año tras año, pese a campañas de información, pese a anuncios, pese a controles, advertencias y demás, haya una cifra que empañe, una vez más, el fin de la semana santa: la cifra de fallecidos en las carreteras.

 

Sé que los que poseen menos coche se creen los amos de la carretera pues le da igual reventar un coche que otro,… ¡Les sobra para poder hacerlo! Pero nos sólo sus coches los que aparecen destrozados en los arcenes de las carreteras, sino los de personas, que por su experiencia, su prepotencia, o por su falta de aplomo al volante, comente errores fatales que se saldan con cifras que ponen la piel de gallina.

 

Dejarme que haga un pequeño inciso: recuerdo una compañía de vuelo, que para optimizar gastos, se puso a ver que podía reducir de su rutina normal de un vuelo. Después de muchas vueltas, los asistentes de vuelo, se dieron cuenta que nadie se comía la aceituna de la ensalada. ¿Una aceituna en una ensalada reduciría costes? Pues resulta que ese pequeño gesto, hizo que la compañía redujera sus costes en millones de dólares sin mal no recuerdo.

 

Cuando en mi día a día, cojo mi coche y tomo la carretera, creo que más de un fabricante de coche podría aumentar el sueldo a sus empleados si toma como referencia, lo poco que utilizan muchos conductores, los elementos siguientes:

 

- Intermitentes: Todo el mundo es tan sublime al volante, que cerca del ochenta por ciento de los conductores no lo utilizan. Lo consideran algo innecesario y eso que en la carretera, nos guste o no, no estamos solos. El respeto por el de delante, el de atrás, o el de al lado, tendría que ser un motivo más que suficiente, para indicar cualquier desplazamiento. Pese a eso, siguen sin utilizarse y verdaderamente, ese motivo, causa accidentes mortales que podrían haberse evitado con un poco de sensatez.

 

- Retrovisores: Suelen haber tres: dos laterales (uno por cada lado) y uno dentro del vehículo. Muchos utilizamos el del medio, para algún retoque matinal que pase inadvertido ante el espejo del baño. Pero los laterales, al igual que los intermitentes, están de más. Reconozco que hay un ángulo de visión muerto en los retrovisores pero no usarlos ni para el desplazamiento mas mínimo, causa muchos accidentes, principalmente con motos y bicicletas.

- Luces: Sobretodo cuando la visión es reducida, un día de lluvia intensa, o muy tapado y sobretodo, al entrar y salir de un túnel o de noche. Tienen que ser cuatro, dos delante y dos detrás. Cualquier luz fundida, debería ser cambiada lo antes posible. Yo conduzco por carreteras de montaña sin luz alguna y de vez en cuando, me he encontrado que en el sumun de la soberbia al volante, un coche adelantaba a una moto. Este llevaba sólo una luz y desde lejos, yo sólo podía percibir, una moto adelantando a otras, sino hubiera moderado aún más la velocidad ese día, por la incompetencia de un conductor kamikaze que no supo medir las distancias, habría tenido un aparatoso accidente.

 

Reduciendo estos utensilios de más que mucho son utilizan, los costes bajarían, las empresas tendrían mas beneficios y obviamente, al trabajador se le podría dar un sueldo mejor que motivara en sí de nuevo la economía no sólo estatal sino a nivel mundial.

 

Además, puestos a reducir costes de más, habría que prescindir de muchas, muchísimas señales de tráfico. Por ejemplo, los cedas no se hacen jamás. La gente acelera, se mete y ya frenará el que va detrás. La invasión del carril contrario, en especial en carreteras de montaña, es una práctica que aún no he descubierto por qué se generaliza tanto. Normalmente las carreteras de montañas (no todas), no tienen los carriles delimitados, pero suelen haber dos: uno por cada sentido del tráfico, como si fuera uno de ida y otro de vuelta. Muchas veces, los conductores, invaden los dos y se ven obligados a corregir cuando se encuentran a alguien de frente. Pero yo me pregunto,… ¿Es tan difícil conseguir que cada cual ocupe sólo uno? Son muy conscientes, todos aquellos que lo invaden, de lo que hacen. Pero no se por qué, sigue con esa práctica tan confusa que provoca primero miedo (de no saber si el conductor lo hace adrede o va ebrio) y luego, de imprudencia directa para todos aquellos que transitan tanto en un sentido como en otro, de esa carretera.

 

A parte de las imprudencias de omisión, de las imprudencias de intromisión, están las imprudencias denominadas de abstracción (no sólo válidas para conductores y demás sino visibles también en peatones de avanzada edad con bastón y carrito incluido, que encuentran en las carreteras de cuatro carriles, su oportunidad de demostrar que la edad, no es un grado de inteligencia sino un abismo enorme de negligencia en estado puro) ya sea por un GPS, por el móvil con alguno de los “TAN” importantes de mensajería móvil o con alguna llamada sin tener en coche habilitado para manos libres. Amen de algún cigarrillo que se cae, de algún brillo de labios que se extravía y de, como no, el inoportuno cambio de CD o PEN cuando hay una música que no nos gusta. ¡Hay! Que poquito valoramos la vida de los demás señores, por no decir la nuestra propia. Si somos tan GILIPOLLAS de no esperarnos en algunas cosas tales como responder a un mensaje, arreglarnos los labios, o fumar un pitillo, si nuestra vida no vale nada, será mejor que acabemos con nosotros mismo en privado y no exponiendo a los demás a nuestra poca valía. Si valemos algo, simplemente, seamos consciente de que el coche, la moto, una bicicletas, son vehículos que pueden dañar y provocar daños y, a veces, irreparables.

 

MORALEJA: Winston Churchill,  (1874-1965) político británico, dijo: “Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”.

domingo, 20 de abril de 2014

APRENDIZAJE INCOMPLETO


 

Mañana empezarán de nuevo las clases para la gran mayoría de estudiantes. Tras las vacaciones de semana santa, la recta final se dibuja ante muchos. Para otros sólo será el paso de la primaria a la secundaria. Para otros el paso de secundaria a bachiller. Para cada vez menos, por desgracia, la posibilidad de elegir esa carrera ansiada y poder cursarla hasta el final.

 

Que las enseñanzas están de capa caída es un hecho. Los recortes en educación son una de las peores causas que atenta directamente contra la formación y los formadores (y luego los acusados de “delitos”, son los nacionalistas,… ¡Que ironía!).

 

Pero a parte de la realidad que estamos viviendo con este nuevo gobierno que iba ha hacer y parece que aún no ha hecho mucho (lo anteriores tampoco fueron mejores, todo hay que decirlo), hay una formación que no se imparte de manera consciente y que es primordial para el desarrollo de la persona de niño a adulto: ¡Supervivencia!

 

Nuestros padres, nos guste o no, no nos han enseñado a sobrevivir sino simplemente a vivir y con una red de seguridad tan inmensamente grande, que aunque conduzcamos coches, compremos bebidas alcohólicas, podamos votar legalmente, llegar hasta altas horas de la mañana o empalmar todo un fin de semana, no sabemos como encarar de cara, un problema directo.

 

¿Por qué fracasan la mayoría de los matrimonios? En las mentes de muchas, de demasiadas niñas y jóvenes, sigue existiendo la visión de “príncipe” de cuento que nos han enseñado. Sus cabecitas, no les permiten pensar que un hombre, o una mujer, caga, mea, ronca, grita, vaguea, eructa tal y como su homologo de su otro sexo. ¡Es una realidad! (Déjeme por un momento que ironice pero no tanto como mucho podrían pensar: hay crisis de parejas que empiezan, justamente, por un ruido molesto proveniente de donde la espalda pierde el nombre. ‘¡Exagerada!’ Estarán pensando más de uno. ¡Para nada! Puedo asegurar que no estoy en todas las casas, pero el echo de disfrutar de un café conmigo misma más de alguna tarde a solas, me ha llevado a escuchar conversaciones que francamente me han puesto los pelos de punta: mujeres que no hablan con su parejas de sexo y ya tienen tres hijos, chicas que están pensando en casarse después de un loco y apasionado fin de semanas, treintañeras victimas de maternidad no planificada (esto me cuesta de creerlo pero bueno,… me lo he encontrado), mujeres que han descubierto a la vejez (con más de setenta y pico) que no les gusta la compañía de los hombres y muchas  más. Es por eso que no funcionan los matrimonios y sólo por eso: ¡Falta de comunicación! ¡Vergüenza! ¡Miedo! Tenemos un temor sobrehumano a ser juzgados incluso por nuestras propias parejas. ¿Por qué? Porque en definitiva, no confiamos en la persona que comparte nuestra vida con nosotros mismos. ¡Así de simple!).

 

Las cabezas de ellos, la pareja XX tampoco es que haya evolucionado mucho. Algunos, por asimilación o por cultura, buscan a su princesa (alguien dócil, modoso, fervoroso, cauteloso y infinidad de “osos” más). Pero nadie que cumpla tantos sufijos acabados en esas tres palabras mágicas, puede encontrarse en los lugares de moda. ¡Es la verdad! Por eso aquella damita con zapatitos de cristal, acaba sacando la escoba que ellos no veían de bruja mala, convirtiendo así sus vidas de hombres, en verdaderos infiernos (por desgracia, lo obvio, no es lo primero en lo que uno piensa cuando Cupido lanza uno de sus cañonazos mortales).

 

Pese que la relaciones personales son una asignatura pendiente para más de uno y más de una, a lo que hoy quiero hacer referencia, y sé que ahora en estos momentos no es algo que se pueda hacer dada la estructura actual del país, es vivir sólo, sin pareja. ¿Sabemos sobrevivir al día a día?

 

Comprar, administrarnos, cocina, barrer, planchar, coser, poner una lavadora,… ¿Es algo tan fácil como muchos dicen? Pues no señores no. A todo hay que aprender y no son tareas que se impartan ni en el hogar, a veces, ni en la escuela.

 

Todos los padres dejan un espacio a sus hijos para que aprendan a ser independientes. Pero hay tareas, ya sea por cultura, ya sea por tradición, ya sea por pasotismo, que no se aprenden y al vivir sólo, son las primeras dificultades con las que nos topamos para sobrevivir.

 

¡No es fácil freír un huevo! ¡No es fácil barrer! ¡Ni siquiera es fácil comprar! Todo necesita su enseñanza y a veces, pedir ayuda no es nada malo. ¿Nos mirarán raro? ¡Puede! Eso no lo niego. Pero peor es verse el día cinco o el día diez de cada mes, con la ropa sucia, muerto de hambre, sin un euro y con sólo doce litros de leche en la nevera y media docena de huevos por no haber hecho una buena previsión de gastos o inversión de ingresos en alimentos no perecederos de larga duración.

 

Es decir, que nuestro aprendizaje, tiene que ser continuo y siempre, nos guste o no, estará incompleto. ¡Podemos ser maestros! Claro que sí. Pero con la precaución de que no tenemos la verdad absoluta de nada y que debemos esperar a que nos pidan ayuda. Si alguien es tan listo como para quemar la cocina de su casa y no pedir ayuda después de eso, es que, verdaderamente, aun no ha aprendido que debe aprender, y le digamos lo que le digamos, no nos va a querer escuchar. Hay que instruir a quien lo solicite, no a quien creamos que nos necesita. Nuestra visión sobre una cosa u otra, no deja de ser NUESTRA.

 

Para sobrevivir sólo necesitamos meter la pata y pedir ayuda. Si erramos y no somos capaces de aprender de nuestros fallos, jamás conseguiremos prosperar ni como personas ni como seres humanos.

 

¡Nunca es tarde si la dicha es buena! Y para eso,… nunca es tarde.

 

MORALEJA: Nuestro desaparecido recientemente GABO (Gabriel García Márquez), decía: “La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”. No las perdamos todas por no aprender a ser humildes y no ser capaces de dejar la prepotencia para cuando verdaderamente la necesitemos guardada, siempre, en un rincón de nuestro coraje.



PLENITUD SEXUAL NO MADUREZ


 

La madurez sexual, tanto en un hombre como en una mujer, suele llegar en la pubertad que oscila entre los diez años a los quince aproximadamente. Nuestros cuerpos experimentan cambios (voz, menstruación, acné, hormonas,…) y entre ellos crecemos. Pasamos de la niñez a la juventud, a la vida formada, preparándonos para lo que ha de llegar en apenas tres años: ¡Adultos a todos los efectos!

 

Pero con la madurez sexual no llega la plenitud sexual. ¡No es lo mismo!

 

Para muchos, la plenitud sexual, sólo es un concepto. Para otros, una moda para incentivar a los hombres llegada cierta edad. Para un conjunto, una percepción abstracta que no entienden y que jamás conseguirán pues tratan de oprimir sus propios instintos por el miedo al que dirán. Pero hay personas, una pequeña minoría, que se deja liberar y experimenta esa fase sin represión alguna.

 

¿Cuándo llega la plenitud sexual de un hombre? A los veinte les sobra libido, a los treinta experiencia, a los cuarenta buscan nuevos estímulos en la cama y a los cincuenta, se dejan llevar hasta el límite si hace falta (normalmente por mujeres más jóvenes que ellos). Su clímax depende más de la motivación que de la edad o eso al menos es lo que dicen. En cierta manera la edad no importa, no en sus pieles, en sus cuerpos de machos, pero sí en las de ellas. La juventud motiva y exalta sensaciones que no se han sentido desde hace mucho, muchísimo tiempo. ¿Es malo querer buscar en alguien más joven la motivación de los bajos instintos primarios? ¡Para nada! Cuando ellos están en esa plenitud, rechazarlos es, puramente, una estupidez. Aprovechar ser la elegida, es algo que pocas puede obtener ya que la gran, gran, gran mayoría, son sumisamente callados y se convencen a si mismos con la libertad de poder estar diez minutos a solas consigo mismo en la intimidad de una ducha liberando su opresión testicular con caricias que sólo pueden ofrecerse ellos mismos. ¡Son conformistas! Pero eso tampoco es malo.

 

La vida suele dar segundas oportunidades y empezar la trama desde la cama, no parece lo más correcto pero a ciertas edades, la corrección debería pasar, siempre, a un segundo plano siempre que se trate de tu propia vida. ¡Que mas da lo que los otros piensen! Ellos siempre pensarán mal, por desgracia está incrustado a su ADN y sólo son felices de esta manera: haciendo infeliz al que más cerca tienen y al que menos aprecian.

 

Con esto no trato de hacer un llamamiento a la promiscuidad, a ir de cama en cama buscando la o él elegido (probar y descubrirse forma parte de la plenitud sexual). En cierta manera, alguien dijo alguna vez, que todos somos duales dentro de nosotros mismo y es el temor a descubrir algo no considerado adecuado, lo que nos encierra de tal manera, que nos corroe hasta en sueño mostrándonos lo que en la vida real, no podemos desatar de forma coherente, con la libertad que nos merecemos), dejando la vida a un lado y conservando a las casta o el casto esposo en casa por si la cosa no saliera bien. ¡No se trata de eso! ¡Para nada! (Aunque todo el mundo es libre de hacer con su vida lo que desee). A lo que me refiero es que nunca es tarde para que la vida nos dé una segunda oportunidad. Quizás, ese sea nuestro camino marcado desde un principio y que sólo hemos podido conseguir verlo frente a frente, cuando esa vivencia cotidiana que teníamos tan asimilada como propia, desaparece de la noche ya sea por una separación, un divorcio o una defunción (¡No es malo tirar hacía adelante! No nos tenemos que sentir culpables por estar vivos).

 

Volviendo un momento atrás, la plenitud sexual de un hombre, no se alcanza a una edad concreta. Pasado los cuarenta es mucho más fácil pues todo lo aprendido, está firmamente dispuesto ante nuestros ojos. Sabemos ya de que pie cojea más de uno y más de una, y la seriedad de un rostro, no nos causa tanto pavor como antes. No nos pueden avasallar con mentiras, o nos comen la oreja diciéndonos que guapas, que atractivos que somos. ¡Todo eso está de más llegado los cuarenta! No nos hace falta tanta corrección ni buenas maneras. ¡No están de más! Eso por descartado. Pero si queremos algo, sabemos donde buscarlo y como conseguirlo sin tener que dar muchas explicaciones. ¡Esa es la pura gran verdad!

 

No hay que dejar de ser hombres, no hay que dejar de ser mujeres, no hay que pertenecer a una secta o hacer rituales desnudos bajo la luz de la luna llena. No se trata de eso. Se trata, simple y llanamente, de escucharnos, de sentarnos frente por frente y ver que es lo que deseamos para nuestra vida, para nuestro presente, para nuestro futuro, para estar plenos en cuerpo, alma y espíritu,… así de simple. Y como diría la canción de Mecano en la canción PALOMAS AL VUELO: “Y lo que digan los demás está de más” y con esa máxima por bandera, conseguiremos hallar nuestro destino más allá de la edad, del sexo, del placer y del goce. ¡Esa es la cualidad plena máxima! La plenitud del ser, de uno mismo, por encima del yo.

 

MORALEJA: Woody Allen, actor, director y escritor estadounidense, dijo: El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas”. No se queden con las dudas. Aprendan a escucharse a si mismos sin ningún temor. Aprenda a saber que es lo que verdaderamente, usted, como persona, espera de si mismo.

sábado, 19 de abril de 2014

CALVARIO VISUAL


 

Saturar es llenar, ocupar completamente o utilizar una cosa hasta el límite de su capacidad. Eso las televisiones, desde la primera hasta la última, no saben muy bien que es. Por eso, cuando hay cierto descanso para el cuerpo humano (Semana Santa, Navidad, etc), sobrepasan lo que sería el llenar la mente con escenas que evocan sin límite todo lo que se está viviendo hasta en la tele, o como diría un refrán: “Si no quieres caldo, dos tazas”.

 

El empacho se va acumulando en nuestro organismo y es normal que acabemos odiando, en cierta manera, estar de vacaciones.

 

Con lo fácil que sería intercambiarlo todo y hacer que las vacaciones fueran algo, televisivamente, que recordar. No digo de quedarnos en casa. ¡Eso nunca! Pero sí de trampear un poco con las películas para que así cuando lleguemos a casa, podamos relajarnos viendo,… otras cosas.

 

Sugiero, por ejemplo, poner películas de terror no por Halloween sino por Navidad. ¿Por qué? ¡Madre mía! ¡Que pregunta! Yo creo que es cuando menos miedo tendríamos en el cuerpo para ver esas películas. ¿Por qué? ¡Os tengo mal acostumbrados! Siempre os lo explico todo. A ver, después de empachos, regalos, centros comerciales, reuniones familiares y demás, pensar en Freddy. ¿A qué da menos miedo que tu cuñado con dos copas de más volviendo a hablar de futbol por decimocuarto año consecutivo? ¡Pues claro que sí! Así tendríamos un respiro, por un lado, y por el otro, veríamos a Freddy como un tipo cachondo que sólo tuvo un mal día.

 

Para semana santa, películas Navideñas por un tubo. ¡Eso sí que es una tortura y no la que sufrió Cristo en la cruz! Elfos, nieve, buenos sentimientos, y todo SUPERHAPPY HAPPY,… ¿Quién dijo que la pasión de Cristo interpretada en vivo es lo peor que había visto? Pues yo lo peor que he visto es toda una tarde con películas que más que producirme ilusión me crean un trauma tras otro. Pero como la lógica de la Semana Santa es recordar la penitencia infligida, hasta ese trauma sería más soportable en estas fechas que no con todo iluminado y el júbilo navideño desparramado acá y allá,… rodeándonos por todos lados. ¡Pensadlo!

 

Y, obviamente, la mejor época para ver MARCELINO PAN Y VINO (1954), LOS DIEZ MANDAMIENTOS (1956), BEN-HUR (1959), REY DE REYES (1961), BARRABÁS (1962), EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (1964), LAS SANDALIAS DEL PESCADOR (1968), JESUS DE NAZARET (1977), EL PRÍNCIPE DE EGIPTO (1998) O
LA PASIÓN DE CRISTO (2004) es el periodo navideño. ¿Cómo que no? Perdonad pero creo que es lo más sensato del mundo mundial. Mientras en la calle se celebra ostentosamente su nacimiento, es lógico y más que entendible que su final sea retransmitido por todas las cadenas para ver, que pese a que todo es “amor”, “paz” y “sentimientos compasivos” acabó muy mal en la cruz sólo por salvarnos a los cristianos. ¿Qué mejor que revivir el valor de su hazaña justo con la celebración de su nacimiento? Sacrificio y amor todo unido y en las mejores fechas con fuego a tierra, turrones y sobretodo, cenas familiares copiosas.

 

Bueno, para los que aún penséis que lo que escribo tiene un poco de sentido sólo deciros que el cine no deja de ser una vía de escape después de un largo día. Y que alguien que está viendo procesiones en la calle, la pasión, el sufrimiento en directo, cuando luego le ponen una del mismo género, lo que tratan es de amargarle la noche y a mí sinceramente,… es lo que menos me gusta: ¡¡¡QUE ME ARRUINEN UNA GRAN NOCHE!!!

 

MORALEJA: Una frase del desaparecido y querido Gabo de su libro Eva está dentro de su gato para acabar: “¿Por qué tendría que estar en el limbo? ¿Acaso había muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado, un tránsito normal de un mundo físico a un mundo más fácil, descomplicado, en el que habían sido eliminadas todas las dimensiones”.

 

jueves, 17 de abril de 2014

GABRIEL G.M.: "NO LLORES PORQUE YA SE TERMINÓ... SONRÍE, PORQUE SUCEDIÓ"



 

* Muere Gabriel García Márquez (El que ha sido uno de los escritores más influyentes del siglo XX fallece a los 87 años dejando al mundo una obra inmensa y el legado del realismo mágico). Enlace web: http://www.lavanguardia.com/cultura/20140417/54405916916/gabriel-garcia-marquez.html.

 

Jueves, 17 de abril de 2014

 

Querido García Márquez,

 

Querría aplicarme tu frase pero no puedo. Has marcado mi mundo con tus obras y hoy que nos has dejado, lloro porque se termino y mis labios no pueden esbozar ni una leve sonrisa por todo lo que sucedió. ¡No puedo!

 

Tengo que reconocer que te conocí quizás demasiado tarde, forzada por un sistema educativo que nos obligaba a leer Crónica de una muerte anunciada. ¡Te odié! Pero era joven e inexperta. Cuando cayó por fin Cien años de soledad en mis manos, ni me acordaba ya que tú eras el mismo escritor de la “muerte anunciada”. Desde aquel momento, caía rendida por entero a tu prosa.

 

Busqué tus obras, desde la primera hasta la más reciente, en bibliotecas para no perderme nada. La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora, Los funerales de la Mamá Grande, Relato de un náufrago, Ojos de perro azul, La tigra, Memoria de mis putas tristes y muchas más pasaron ante mis ojos cautivándome de nuevo una vez más.

 

Cuando el cáncer te llegó y lo dijiste por el año dos mil, como si fueras un pariente muy cercano, sentí una punzada en el corazón. Clamé al cielo que no te podía apartar tan pronto de esta vida.

 

Catorce años de más fueron concedidos por el cielo ni uno más. Pese a eso, el dolor hoy es más intenso, más cruel, infinitamente mas doloroso pues ya,… ¡Te creía inmortal!

 

Nunca está preparado nadie para un adiós definitivo. Nunca esperas que el teléfono suene a horas indebidas para comunicarte una partida temprana. Nunca puedes retener algo que forma parte del hecho de estar vivos. Pese a todo, lo intentas y te aferras al borde mismo del filo del acantilado, intentado “robar” minutos a las horas.

 

¡Pero tu reloj se paró! Ya no escucho un tic-tac que me fortalecía tanto por dentro que formaba casi parte de mí.

 

Dejaste tu pluma caer sobre el escritorio tras poner tu último punto y final. ¡No es justo!

 

Deseo buscar una forma coherente de despedirme pero me está costando horrores hacerlo. Decirte adiós no es fácil para mí. ¿Quién me acompañará durante las horas más incoherentes de la noche cuando el sueño juega conmigo al escondite? Antes estabas tú pero ahora,… ya no hay nadie (Quizás esa sea la forma mas bella de recordarte y es no dejando que nadie ocupe jamás un lugar que tú te ganaste, en mi vida y en mi corazón, durante mucho tiempo).

Recuerdo tus palabras sobre este ultimo paso de la vida: “Lo único malo de la muerte es que es para siempre. Todo lo demás es manejable, pero la muerte…. ¡Esa sí que es la gran trampa!”. Caíste en la trampa y te alejaste de siempre de nosotros. ¡Dejaste que ganara! Y desde aquí, ese secuestro injusto de la parca, nos hace llorar amargamente sin poder contenernos porque llegó tu fin. ¡Descansa en paz ilustre amigo! Duerme para siempre en ese lugar tan alto que ese Dios que no sabías si existía o no, te tiene reservado.

 

Te llevaré siempre en mi recuerdo,

 

 

ÚRSULA I.

 

MORALEJA: Nadie se marcha jamás del todo mientras quede alguien que le siga recordando.

 

miércoles, 16 de abril de 2014

MIEDO EN EL CUERPO




* El naufragio de un ‘ferry’ conmociona Corea del Sur (enlace web: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/04/16/actualidad/1397625671_828578.html).

 

* Tres muertos y 290 desaparecidos en el naufragio de un ferry en Corea del Sur (enlace web:http://www.elmundo.es/internacional/2014/04/16/534dd3efca4741524e8b4576.html).

 

* Las impactantes imágenes del naufragio en Corea del Sur (enlace web: http://www.europapress.es/internacional/noticia-impactantes-imagenes-naufragio-corea-sur-20140416113111.html#).

 

Cuando las noticias se contradicen en pocos momentos, el miedo no se apaga en el cuerpo si no que arde con más rudeza, con más crudeza, apoderándose por entero de uno.

 

Los primeros informes sobre el naufragio del ferry en Corea del Sur apuntaban que había sólo ciento y pocos desaparecidos. Poco después eran casi trescientos. El temor de las familias crece sin remedio.

 

Las causas dicen que hubo un impacto con un arrecife marino. Pero también se indica que era una ruta, la que les conducía a la isla de Jeju por ser una parte de las más turísticas. Entiendo, por consiguiente, que más de una vez se había hecho este trayecto sin estas nefastas consecuencias y me pregunto,… ¿Por qué ahora? ¿Cómo puede ser que un barco que realizaba la misma ruta casi a diario, no conociera los arrecifes cercanos?

 

Según las noticias, hay más de treinta barcos y más de veinte helicópteros interviniendo en las tareas de rescate. En el ferry viajaban cerca de quinientas personas, entre los cuales había trescientos y pico eran estudiantes de bachillerato que iban de viaje escolar.

 

Pese a que se intenta que haya calma entre las familias, un responsable de las operaciones de rescate que no ha querido revelar su identidad ha declarado a France Presse: “Me temo que hay pocas posibilidades de supervivencia para quienes quedaron atrapados en el interior del ferry”.

 

Lo último que hay que perder es las esperanzas. Sólo hay que espera que pase el  tiempo y desear que la fortuna, rodee los restos del ferry para que sean rescatadas el máximo de personas que en el viajaban.

 

Lo que sigo sin entender es porque todos los gobiernos, de aquí, de allí, de más allá, den siempre una causa tan poco improbable y menos creíble como primera versión de los hechos en cuestión a la hora de tragedias. A veces es mejor callar y esperar una elaborada versión de las causas que enumerara un sinfín de cosas que no tienen ni cabezas ni pies para los que leemos las noticias. No hace falta conocer todos los datos, ni todas las zonas, para escudriñar entre la información que se aporta a los medios y ver que hay enormes huecos que no pueden taparse con falsedades ni mentiras.

 

MORALEJA: Samuel Johnson, (1709-1784) escritor inglés, dijo: “Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”.

 

martes, 15 de abril de 2014

HUIDA (relato)



Estaba cansada, muy cansada del trabajo, de reuniones, de informes, de presentación de proyectos. ¡Era principios de semana santa por el amor de Dios! ¿Por qué la gente no se iba de vacaciones y me dejaban tranquila?

 

El martes no pude más. Le dije a mi asistente que apuntara en mi agenda que tenía que ir al médico toda la tarde:

 

-         Hay una reunión a las tres de la tarde – me respondió.

-        ¡PUES CÁMBIELA! MI SALUD ES LO PRIMERO – le respondí tajante como un cuchillo.

 

Bajó su mirada. No me sentía orgullosa de mis formas pero necesitaba,… huir.

 

Cogí mi maletín, mi bolso, cogí el ascensor y me fui directamente al parking. Intentaron pararme un par de veces pero dije que era tenía algo urgente… y me dejaron escapar.

 

Cuando empecé a notar la luz del sol de abril en mi cuerpo, me fui despojando de la ropa que me asfixiaba, que no me dejaba respirar. Mientras conducían, me quité mi chaqueta, mi blusa y me dejé sólo un top de tirantes que llevaba. Me quité la falda haciendo peripecias con el volante pero sin dejar de conducir. ¡¡¡DESEABA DESAPARECER!!! Me quedé con un culot que llevaba puesto que parecía un short un tanto extremado. Me di cuenta que el conductor de un coche de al lado, estaban babeando por lo que habían visto. ¡Me daba igual! No estaba desnuda. Me puse las gafas de sol y… aceleré el coche al máximo. Cinto veinte, ciento cuarenta, ciento sesenta, ciento ochentas,… No tenía rumbo. ¡Eso era lo mejor! Pararía donde mi diera la gana y… disfrutaría de aquel maravilloso día. ¿Había mentido en el trabajo? ¡Pues sí! No lo voy a negar. Pero llevaba días, semanas, meses haciendo más horas de las que me tocaba y me había ganado una tarde para mí. ¡Eso era indiscutible!

 

Tras pasar varios pueblos, varias carreteras de esas encurbadas de montaña, y tras un tiempo de no ver ni un coche, paré el mío. Salí de él y me puse a caminar hacía arriba, hacia el infinito, hacia la liberación extrema. Mi corazón galopaba al compás infinito de mis ganas. Deseaba emancipación de mi propia vida, deseaba huir, deseaba… sentirme libre.

 

Caminé sin mirar atrás, arriba, cada vez más arriba, cada vez más lejos. Sólo podía escuchar el aire llamarme a gritos, la voz de la montaña, la fuerza del bajo monte vociferarme a pulmón lleno.

 

Desconecté tanto que no me percaté que tras mi mirar, una lluvia se estaba formando y se aproximaba raudamente. Me alcanzó en lo alto de la montaña. Las primeras gotas liberaron mi cuerpo tal y como deseaba. Grité. Me liberé. Era feliz. Pero la intensidad con la que llegaron el resto de ellas, me empezó a dar respeto. Tenía frío y me resguardé sobre un árbol que parecía retener un poco más las precipitaba e inesperada lluvia. Aquella escena era tan vocálica como excitante y es que la lluvia,… siempre me denotó algo lascivo.

 

Noté un crujido tras de mí. No me dio tiempo de darme la vuelta. Una mano me tapó la boca. Era una persona fuerte, un hombre, estaba segura. No quería gritar. Todo aquello, pese a lo peligroso de la situación, me excitaba.

 

Sentí mi sexo inundarse de humedad extrema. Mis pezones se erectaron hasta el máximo posible que jamás había sentido. Me liberó la boca. Sentí su aliento en mi nuca. Me bajó el culot e hizo que su sexo se perdiera en el mío. Fue todo rápido pero increíblemente lascivo. Era un animal salvaje, bestia que me penetraba sin compasión, sin medida, sin compostura alguna. ¡¡¡ME ENCANTABA! Mas era un hombre fuerte, alguien que me conocía bien y sabía que jamás,… rechazaría a alguien bajo la lluvia, sintiendo el cuerpo mojado por dentro, por fuera. Podía sentir su fuerza, sus acometidas mezcladas entre gemidos y respiración entrecortada. Yo no podía contener más mi orgasmo y me derramé como una hembra más que satisfecha.

 

Siguió agrediéndome cada vez más y más deprisa. Yo ya no contenía mis gritos, ni mis gemidos, ni mi placer. Gritaba, aullaba, sucumbía sumisa a aquellas embestidas con derrames incontrolados de goce supremo.

 

Sus golpes sexuales contra mi culo eran cada vez más y más acelerados hasta que por fin, mezclado con mis lasciviosos gritos, se mezcló el suyo sobreponiéndose sobre el mío. Quedó tendido sobre mí. ¡Era él! Otra vez. Y seguía tan salvaje como nunca. Me miraba con ojos de deseo mientras la lluvia seguía cayendo sobre nuestros cuerpos. Aquello no era el fin sino uno más de sus increíbles y fascinantes comienzos maratonianos de matarme de placer. ¡Jamás lo conseguiría! Pero era fascinante sentirle morderme, arañarme, aferrarse a mi cuerpo como lo hacía. ¡Deseaba que no parara jamás de hacerme suya! Como y cuando quisiera. Sin pedir permiso. Sin preliminares. Sólo sexo salvaje. ¿Hay algo mejor?