viernes, 7 de junio de 2013

LOS JEFES DECÍAN: TENÉIS QUE TRABAJAR COMO EN UN BANCO. LOS EMPLEADOS RESPONDE AHORA: ¿SEGURO?


 

Dentro del mundo de las oficinas era más que conocida la frase que TENÉIS QUE TRABAJAR COMO EN UN BANCO refiriéndose a la eficacia y la eficiencia que caracterizaba a las ANTIGUAS entidades financieras. ¿Por qué antiguas? Porque en la actualidad tanto la eficacia como la eficiencia de TODAS las entidades financieras, dejan mucho que desear por brillar por su ausencia.

 

Los bancos, en la actualidad, venden aire embotellado a personas que no saben ni firmar para conseguir una cuota extra a final de mes (como si el cobro de 19 pagas fuera poco para ellos).

 

Los bancos, en la actualidad, duplican recibos de forma masiva (espero que el gobierno no tenga nada que ver en esta acción para ver entrar dinero en sus arcas durante un corto espacio de tiempo y especular, con dinero ajeno, para poder obtener un corto margen de despiste o de dinero en sus cuentas hasta que se resuelve el problema).

 

Los bancos, en la actualidad, tienen en nómina a directores de banco que no saben que un pagaré al descuento, se puede devolver hasta un máximo de seis días desde su vencimiento y no, como dicen algunos de ellos, hasta treinta días para que el cliente, si es poco avispado, de deje engañar por su falta de conocimiento.

 

Los bancos, en la actualidad, tienen un personal que llamarlos incompetentes sería hasta un piropo. Actúan como si tuvieran el mundo cogido por los huevos y sin embargo, su forma de tratar a los demás, entre ellos otras personas que ha estudiado lo mismo que ellos y están en el sector privado trabajando, dejan visible que consiguieron su carrera en una tómbola por su trato chabacano y sin dar la cara nunca. (¿Cuál es su frase preferida? Envíalo directamente al e-mail de la oficina para que no se note lo poco que saben sobre lo que les están hablando).

 

Y por desgracia, suma y sigue, suma y sigue, suma… y sigue.

 

En definitiva, que no sólo todos aquellos que robaron o están imputados en un asunto de evasión de capital, robo de dinero, compra indebida de bancos extranjeros,… son los que tienen que estar entre rejas. Quizás la cárcel no sea un buen lugar para tantos eruditos en el arte del engaño, pero al menos, si están encerrados y aislados de la sociedad, al menos dejarán de hacer más daño a nuestro país.

 

 

MORALEJA: Ellos ni siquiera se merecen mi moraleja hoy así que me la dedico a mí (el burro siempre delante) y todos aquellos que les gusta el arte de escribir: "Escribo por el solo placer de escribir, para mí solo, sin ninguna finalidad de dinero o publicidad. En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son aventuras y no recojo otras flores que las metáforas." Gustave Flaubert

jueves, 6 de junio de 2013

PROBLEMA SIN RESOLVER


 

Cuesta creer que la estupidez humana llegue a estos extremos en que la no comunicación es la resolución inadecuada a un problema sin resolver.

 

¿Quién tuvo la culpa? ¿El que fingía amistad? ¿O la que se harto de imaginar una relación de amistad que no era dual sino mono y por desgracia sólo ella era la parte activa?

 

Todo pasa en un segundo: algo estalla como si de una bomba de relojería bien programada se tratara. Él, como no escucha, se centra sólo en esa parte en que ella le preguntó que estaba haciendo y el respondió que redactando un informe. No se da cuenta o no quiere darse cuenta, que cuando él hablaba, ella escuchaba con todo su ser. La falta de su atención final sólo fue el punto y final a muchas negativas que se sucedían desde hacía semanas, meses, años. Quedar y posponer una y otra vez un encuentro para desayunar por mil y una estupideces sin sentido (servicios sin cobrar, tiempo que se decía no tener, no poder cuando querer es poder,…).

 

Duele ser la única que se entrega en una relación ya no importa si es amorosa o simplemente amistosa. El ver como pasan las horas, los días y ser tu carta la única que se va posponiendo no sólo en el tiempo sino en la vida, es como recibir un baño de agua helada (miles de agujas superfinas y pequeñas, se encargan de pincharte por todo el cuerpo y el dolor es tan débil y a la vez tan intenso que pierdes hasta el conocimiento hasta pasado unos minutos. Si consigues recordar el motivo de tu mal y ves que la única solución es la distancia,… hay que poner tierra de por medio sin miramientos ni pensamientos de que todo mejorará. ¿Cuánto dolor es capaz de soportar una mujer por alguien que merece la pena? ¿Se ganó esa persona el ser tan importante con todas sus humillaciones? Cuesta, es duro, doloroso, lacrimógeno en algunos momentos pero cuando esa persona ni responde ni dice un simple LO SIENTO, ME EQUIVOQUE y opta por el silencio como única forma de comunicación muda, te das cuenta que el dolor soportado durante el último lustro, tu dolor, a esa persona le es completamente indiferente. Cuando a alguien deja de importarle tu sufrimiento, alguien al que antes llamabas amigo, es porque simplemente o ha dejado de serlo o nunca lo fue. Si alguien que te conoce y te respeta no es capaz de evitarte un dolor tan inmenso como el del ser un sonido de fondo al que no escuchar,… es hora no sólo de DAR UN PORTAZO A ESA PUERTA sino de apuntalar todas las ventanas para dejar de sufrir de una vez).

 

Cuesta decir adiós, cuesta hasta no volver a pensar en esa persona pero una cosa tienes que tener muy, muy, muy clara: para él hace mucho tiempo que no existes y ya es hora que te mires en el espejo y te veas siendo feliz, sin él, sin ese amigo, pero... ¡Feliz!

 

MORALEJA: François Rochefoucauld dijo sobre afecto: "Una amistad reanudada requiere más cuidados que la que nunca se ha roto."

QUAN ERRADOS ESTAMOS DE LO QUE VEMOS



 

Hace unos cuantos días fui a caminar una ruta de GR (gran recorrido) con un amigo. Días atrás empezamos otra que tuvimos que dejar por el mal tiempo. Andando, disfrutando del paseo, nos encontramos con ciclistas, corredores y con caminantes como nosotros.

 

Un tramo del recorrido que hicimos coincidía con una carretera que había que cruzar con dos carriles. En ese lugar, a varios lados de la carretera, se ponen de vez en cuando, mujeres que venden su cuerpo por dinero a cambio de favores sexuales. Delante de nosotras había dos chicas muy majas que caminaban. Al cruzar la carretera, una de ellas tuvo que volver atrás pues se le había caído algo, y su acompañante, amiga o lo que fuera, se quedó al otro lado de la carretera sola. La chica llevaba una camisa de tirantes blanca normal de mujer y un pantalón short color turquesa con unas deportivas blancas. A su espalda llevaba colgada una maquila también turquesa, de esas que sólo cabe la botella de agua o de refresco para reponer sales minerales y poco más. Se paró a su lado un coche de una marca muy conocida de las caras. Le dijo que cuanto… La chica no tenía ni idea de que se trataba y le respondió que cuanto que. El del coche le insistió que cuanto por mamarla y la chica se puso de todos los colores. Cuando vio que nosotros íbamos a cruzar arrancó el coche y se fue. La chica quedó como en estado de shock y nos miraba con mirada suplicante para que nos acercáramos. Lo hicimos y nos quedamos a su lado, sin decir nada porque todo lo habíamos escuchado, hasta que llegó a su amiga. La miró y se echo a reír. ¿Qué ha pasado? Le preguntó esta y le contó lo que le había pasado. Dieron media vuelta y se fueron de regreso por donde habían venido asustadas ella por lo sucedido y la otra chica, al ver lo mal que lo estaba pasando su amiga por un error.

 

Retomamos el camino y durante un largo rato tanto mi amigo como yo permanecimos callados. No se que pasaba por su mente pero se muy bien lo que pasaba por la mía: ¿Cualquier mujer joven con ropa veraniega y buen cuerpo, parada en una carretera de paso, es una puta? ¿O es que aquel simio llamado hombre con recursos, al sentirse superior aún no sé porque, quiso porque podía, hacer daño a una persona bella e inocente? Mi mente estaba cavilando para encajar las piezas en un sudoku mental el cual no cuadraba de ninguna manera. Es difícil ser una mujer, con ropa ligera o no, en un mundo de hombres. Pero cuesta más sobrevivir a las ofensas de esos hombres que dejan de serlo por momentos por liberar sus instintos. Yo no me reprimo pero quizás el verbo reprimir debería conjugarse más a la hora de parar un coche y ofender, sin sentido, a una mujer joven que caminaba con ropa ligera de paseo.

 

Hoy, que aún estaba mi mente encajando el sudoku de aquel día de forma no tan activa, he visto a un par de hombres mayores sentados en los borales de una carretera parecida a la de aquel día. Ellos estaban sentados, en lo que parecían una especie de carros de huerto. Estaban allí, descansando, y por un momento en esta mente mía que me traiciona a veces sin motivo, me pregunté… ¿Cuánto cobrarán ellos por sus “servicios”? ¿Por qué no se les trataba a ellos como putos? ¿Por ser mayores? ¿O por ser hombres? Incluso más adelante, dos más venían caminando y se pararon y uno de ellos no llevaba camisa y me dije a mi misma… ¿Eso no es una forma de vender su producto (en este caso, su cuerpo)? O yendo más al límite,… ¿Están intentado provocarnos a nosotras las mujeres con sus artes de maduritos maduramente maduros?

 

En fin, seguro que me quedaré con la intriga porque no paré para decirles,… ¿Cuánto? Pero pese a todo, seguro que más de uno, le daba un infarto sólo con la pregunta y no quiero tener en mi conciencia la muerte de varios ancianos por una pregunta un tanto incoherente incluso dicha en broma.

 
MORALEJA: Charles Baudelaire dijo: “La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama”.

miércoles, 5 de junio de 2013

UN PIERCING MUY ESPECIAL (relato)


 

 

Llevaba sólo un par de meses trabajando en aquella joyería. No podía negar que había conseguido el trabajo por enchufe, pero el los tiempos que corren ya se sabe que sólo funciona para los que están bien apadrinados.

 

No había mucho trabajo pero entre reparar, grabar, cambiar las pilas de los relojes de muñeca que traían,… el día era mucho más ameno.

 

Una tarde vino un chico a hacer un “encargo especial”. No sabía a que se refería con un “encargo especial” y, como ya era la hora de cerrar, mi jefe ya se había marchado. Le aconsejé que viniera al día siguiente y me dijo que no podía. Que le ayudara. Acedía a ayudarle. Me dijo que hacía cosa de un par de meses, había comprado un piercing de oro a medida, y que necesitaba que le consiguiera un cierre que ese si era estándar. Le dije que me enseñara el piercing para buscar lo que me había pedido y el me dijo que no podía mostrármelo, no con la tienda abierta aún al público. Cada vez entendía menos pero, como quedaba sólo un minuto para cerrar, bajé la persiana hasta abajo y le volvía a pedir que me lo mostrara. Se bajó los pantalones y yo me alarme. Él noto mi desconfianza y me dijo que el piercing no podía mostrarlo porque aún lo llevaba puesto. Del golpe todo encajó. Se bajó los boxers que llevaba, me mostró su sexo y el piercing que en el se había hecho. Le atravesaba el glande en forma curva. Parecía doloroso incluso mirarlo. Al no tener cierre, se habían enganchado y no podía quitárselo. Busque un cierre mientras trataba de recobrar la compostura. Se lo alargué y le dije el importe para que se lo pusiera y se marchara. Me sentía un tanto incómoda. Pero él me dijo que no podía ponerse el cierre porque una parte del piercing muy pequeña, se había quedado dentro. Me pidió ayuda. Yo me puse arrodillada delante de él y con mucho cuidado, intenté ayudar a salir de su escondite al mal intencionado piercing. Iba con mucho cuidado, tocando con mucha delicadeza. No podía conseguir nada y seguía intentando zafarlo olvidándome que estaba tocando un sexo masculino. Al cabo de un rato, su pene empezó a crecer. Las caricias que no lo eran habían hecho efecto en aquel desconocido y ya no podía controlar más su enorme erección. Lo miré a la cara y estaba muy incómodo, colorado, abochornado. Me levanté y de pié delante de él, con su sexo verdaderamente duro, pude conseguir sacar la parte del pendiente para colocar el cierre. Toda aquella situación me estaba resultando muy morbosa y mis pezones dejaron al descubierto a través de mi blusa veraniega de color melocotón, que mi cuerpo también se había erectado. No se como acabamos besándonos apasionadamente. Su pantalón que había permaneció medio sujetó, cayó al suelo por fin. Me arrancó la blusa de un tirón y me cogió por las piernas para sentarme en el mostrador de forma salvaje. Levantó mi falda negra y ladeo mi braguita para adentra su sexo en el mío. Me acariciaba con fuerza los pechos, me mordía con locura los pezones y yo no podía controlar mis gemidos que poco a poco, iban en aumento. El pendiente estaba puesto y su sexo dispuesto a probar la fuerza del cierre. Sentí como su sexo me atravesaba por entero. Embestía con mucha fuerza y eso me volvía loca de placer. No podía dejar de pedir más y más mientras me derrame por primera vez en su sexo. Las siguientes se encadenaron a la primera y el no dejaba de mostrar toda la fuerza contenida que había tenido todo el día, por culpa del piercing mal cerrado. Me arremetía con fuerza con su sexo y no deseaba que parara. Me derramaba una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez y cada vez deseaba más y más. No podía parar de pedirle que no parara, que no parara, que no parara. Al final, no recuerdo después de cuantos orgasmos míos, un grito suyo inundó la joyería y su eyección testicular, le siguieron unas convulsiones increíbles de placer que seguían teniendo su sexo completamente duro y firme.

 

Nos recompusimos y salimos de la joyería por la puerta de atrás. El reloj de la farmacia cercana marcaba la una de la mañana. Había estado casi cuatro horas embriagados de placer y casi no nos habíamos dado cuenta del tiempo. Nos miramos, nos reímos y nos despedimos.

 

¿Si volveré a verle otra vez? Eso no os lo voy a decir pero cuando pruebas a un hombre con tanta fuerza sexual que dar, es fácil que si tú has estado a la altura, a él también le entren ganas de volver a repetir.

martes, 4 de junio de 2013

ME QUEMABA (poema)


 
ME QUEMABA

 
Me quemaba

lentamente

en la saciedad

de deseos encarnados.

Me quemaba

pesadamente

en unas ascuas

de pliegues infinitos

de tu cuerpo.

Me quemaba

lánguidamente

mientras el probar

de nuevo tu boca

se alejaba sin remedio.

Me quemaba

paulatinamente

por desatar por siempre

el sinfín de te quiero

que contenía mis labios.

 

¡Todo era ensoñación!

Un mundo que vive

entre mi cama

y mis ganas.

Ese ratito amargo

en que todo es posiblemente

falso pese a vivirse

en primera persona.

La escapada de un deseo

que se perdió fugazmente

en un sueño.

 

Me quemaba,

juro por Dios

que me quemaba,

en su océano de amantes

con tu perfume

pero sin tu esencia,

con tu ojos

pero sin tu mirar,

con tus ganas

pero sin ese deseo

bajamente ardiente tuyo,

con tu cuerpo

pero sin la inmensidad de este.

 

Me quemaba,

bien lo sabe el altísimo

que me quemaba,

cuando un recuerdo glacial

me embriago de agua.

Eras tu que vivías en mi presente,

ese que jamás existirá en nuestras sobras.

 

A las cenizas se les dieron

paz una tarde cualquiera.

Cómo epitafio diez simples palabras:

“Para alguien

que murió por amor,…

un amor nunca amado”.

domingo, 2 de junio de 2013

GANAS DE FUEGO, GANAS DE COLOR, GANAS DE RUIDO


 

Llega el sol que se había perdido en la inmensidad de nubes grises durante muchos, muchos, muchos, quizás demasiados días. Las personas que temerosas salía aún con manga larga, empiezan a airear sus prendas más frescas para lucirlas sobre los cuerpos aún lechosos del invierno.

 

Con el sol luciendo en lo alto del cielo, los días cada vez más largos y las ganas de inaugurar el verano, nuestros cuerpos se encuentran por fin en plena fase de una ebullición tardía típica de la primavera. Hay ganas de fuego, hay ganas de color, hay ganas de ruido. Y no transigimos con colores simples en prendas extremadamente vaporosas. No nos conformamos con el fuego únicamente de los cuerpos sino que necesitamos ver las llamas prender leños y grandes candelas a pie de playa. No nos satisfacemos con ruidos cualquiera queremos los ruidos típicos de chapotear, de tirarse de bomba, de la canción del verano, del ruido de los fuegos artificiales de fiestas conocidas y admiradas de pueblos de nuestro país. ¡Queremos castillos de fuegos!

 

Soñar con lo imposible desde la magia del verano. Imaginar ese primer amor sobre una piel salina con largos paseos nocturnos, con baños de madrugada arropados por la luna y las estrellas. Percibir el deseo de un primer beso, lucrarse en una mirada furtiva, caminar por una playa desierta con un escaso bikini a medias. Sentir la fuerza de la noche y en el contoneo de un cuerpo en cualquier carpa de moda, considerarse sexi, deseada, más femenina que ninguna y conseguir que alguien se acerqué a ti para hacer levitar de pasión y deseo. Anhelar asaltar una valla cualquiera y conquistar una piscina privada que nadie parece utilizar. Vivir la noche con olor a cloro en todo tu cuerpo y perder el control hasta sentirte plenamente vivo.

 

¡Necesitábamos el sol! Pedíamos que viniera a despertarnos de esta ensoñación de hibernación que nos tenía tímidamente ocultos en casas, en trabajos, en cafeterías. Las terrazas buscan nuestra esencia y las charlas de las doce junto a unos amigos con un coctel de moda a base de zumos, sombrillitas y licor.

 

¡Había muchas ganas encerradas! Sufríamos incluso por la rabia contenida por la ausencia de luz en el quehacer diario de más de uno y de dos. Esperábamos y desesperábamos reclamando un poquito de fuerza solar que nos diera ese empujón que necesitábamos para poder lanzarnos a la vida de nuevo en busca de momentos mágicos que vivir durante en duro y frío invierno, en la retina de nuestra memoria.

 

Llegaron las ganas de liberar las ganas. Nuevos momentos llaman a nuestra puerta aún cerrada a cal y canto. ¡Quitar las cadenas! Es tiempo de vivir y sobrevivir a la vida.

 

MORALEJA: Sin palabras para dejar paso a un sentimiento escrito:

 

Solsticio de verano

Amor en días extensos,
tus labios y los míos en rezos dulces,
en noches cortas,
entrega infinitas de mi cuerpo en el tuyo.

 

Miguel Visurraga Sosa

60 AÑOS: TODA UNA VIDA


 
 

Sesenta años es toda una vida. Muchas personas, al llegar a los cincuenta, se comienza a poner nerviosos porque creen que es el ecuador de su vida. Sin embargo, el gran balance de toda una vida se hace a los sesenta.

 

El día empieza como un día cualquiera. Te levantas y en el móvil un par de mensajes de felicitación de tus hijos. Luego, después del desayuno, las llamadas para felicitarte de tus yernos, hijas y nieto, te hacen darte cuenta de lo afortunado que eres.

 

Pero un gran día se merece un gran acto inmensamente bello. Tu nieto bailará en el campo de tu pueblo junto a otros colegios (sólo los de su edad). No ha sido nada preparado para ti pero como si la vida te brindara un gran regalo, junto a tu primogénita, vais a verle y os divertís de lo lindo contemplando lo bello de ser parte de una hermosa gran familia. ¡El pequeño es todo un hombrecito! Te dices mientras tu hija no para de hacerle fotos y mostrártelas para que veas lo guapo y grande que está.

 

A medio día comida con los de siempre preparada por ti pues en estos momentos, el mercado laboral no busca a personas preparadas como tu (realmente no buscan a nadie pero es duro sentirse obsoleto con sólo sesenta).

 

La tarde pasa normal.

 

La noche llega y con ella, los timbrazos a la puerta alegres de hijas, yernos, nieto,… ¡Es un gran día! Tu día y todos quieren pasarlo junto a ti. Te pones a cortar jamón y un queso de los mejores que hay en el mercado en este momento para los tuyos. Tus hijas en la cocina, preparan aperitivos y pizzas especiales pues no quieren que mama se meta una vez más en la cocina. La mesa se llena de platos, de vasos, de licores, de refrescos, de todo tipo de aperitivos y de más de diez clases diferentes de pizzas. Hay risas, hay jolgorio y sobretodo,… estáis todos juntos para celebrar tu sesenta cumpleaños.

 

Las luces se apagan y aparece tu nieto con un pastel precioso con un seis y un cero arriba. Detrás tres de tus cuatro hijas y una de ellas, la madre del pequeño, lleva un sesenta de chocolate también encendido. Coges a tu nieto (para ti es toda tu vida y te quiere mucho). Te lo pones encima e intentas apagar un poquito las velas (cosa que él no te deja hacer y a ti no te importa pues lo quieres con locura). Luego, lo colocas sobre tus hombros, y empiezas a abrir los paquetes de regalos que te han traído. Eres feliz pero no por los regalos o por las felicitaciones. En este momento eres inmensamente feliz porque todos vinieron a casa, celebraron tu día especial junto a ti, y eso si merece la pena ser vivido. ¿Cuántos años me quedan por vivir? ¡¡¡Y QUE MÁS DA!!! Lo mas importante es vivirlos y si puede ser, incrementando un gran familia con uno, dos o tres más. Lo más bonito es que sigan estando a tu lado, en lo bueno y en lo malo, pero sobretodo contigo.

 

¡¡¡FELIZ DÍA PADRE!!!

 

MORALEJA: Alguien dijo una vez: “Juventud no es la del que tiene veinte años. Joven es aquel que se conmueve ante cualquier injusticia en el mundo”.