lunes, 20 de abril de 2015

TRECE AÑOS. DIEZ DÍAS




El tiempo es muy relativo. Para amar a veces sólo con un instante es suficiente para acabar completamente presa del amor más bello y profundo jamás imaginado.

Por desgracia, para odiar, hace falta también ese mismo instante para caer en un mundo donde sólo la muerte de esa persona, puede hacerte sentir mejor, aunque eso signifique asesinar a un semejante.

Los trece años siempre ha sido una edad complicada para nosotros tanto si estamos pasando como si la vivimos desde fuera. Los cambios de nuestro cuerpo, la pubertad, esa “Edad del Pavo”. Aunque los cambios físicos son los más visibles, los cambios en la personalidad son todavía más fuertes y los que más sorprenden a los padres, ya que el niño dócil y amable de hace unos años ha dado paso a un joven con un carácter más difícil y distante. Los principales cambios que se producen en la personalidad de los chicos y chicas que se encuentran en la “edad del pavo” son los bruscos cambios de humor, que la familia pierde importancia y el grupo de amigos se convierte en el eje principal de sus relaciones sociales, que empiezan a interesarse por el sexo y a mantener relaciones sexuales, que se muestran rebeldes con los adultos pero son fieles a las costumbres y creencias de su grupo de amigos, que comienzan a plantearse cuestiones como la religión o diversos conceptos abstractos que antes no habían tenido en cuenta y que, en algunas ocasiones, pierden interés por los estudios.

Sin embargo, nadie se plantea que su hijo de trece años, se presente en su instituto con una ballesta, con un puñal y acabé con su maldita “lista negra personal” de enemigos por la vía rápida.

Hoy en el instituto Joan Fuster, ubicado en la plaza Ferran Reyes, en el barrio de La Sagrera de Barcelona, un alumno de segundo de ESO ha herido a cuatro personas, dos alumnos y dos profesores, y ha matado a un profesor.

El profesor asesinado era natural de Lleida y hacía una sustitución en el centro desde hacía diez días tal y como ya había hecho muchas otras veces en otros centros de la capital catalana por su función de interino. Era un apasionado de la historia. Hoy, al acudir al auxilio de una profesora agredida en la clase de al lado, ha encontrado la muerte. Por intentar salvar una vida, por proteger a los alumnos que con sus gritos daban la voz de alarma, un niño de trece años, un adolescente que cursaba sus estudios en ese centro, le disparó con una ballesta y luego le asestó una puñalada. ¡Ahí acabó su vida!

Lo más alarmante, como si la noticia en si no lo fuera, es que el menor, al no tener catorce años, no ha podido ni ser detenido. Ha sido confinado en un centro psiquiátrico como si de un loco se tratara y no de un hombre-niño muy cuerdo que ya había expresado más de una vez su malestar con su entorno y con su propia vida. ¿Cómo puede tratarse a un asesino como si fuera un perturbado sólo por una edad? ¿Qué no sabía lo que hacía? ¡No me lo creo! Alguien con la sangre fría como para tomar una decisión así, premeditada sin lugar a dudas, ha dejado de ser un “niño” para convertirse en un “verdugo” muy consciente de sus actos.

Como si la vida no fuera complicada con terroristas, perturbados sexuales escapados de las cárceles legalmente, locos psicópatas a los que este atenuante en si les proporcionará una reducción de condena, ahora tenemos con cargar el lastre de que hasta los que parecen niños, visten como niños, hablan como niños, actúen voluntariamente contra “enemigos” que simplemente lo son por marcarles unas pautas mínimas de civismo, educación y comportamiento.

¡Nadie merece morir! Menos que nadie, alguien que sin pensar en su propia vida, actuó como cualquier persona con corazón al oír chillidos de temor en la puerta de al lado. ¡NO ES JUSTO!

MORALEJA: Jaume Perich, (1941-1995) humorista español, dijo: “La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario