lunes, 15 de septiembre de 2014

LOS JÓVENES TAMPOCO SE ESCAPAN





¡Madre mía! Será que ahora estoy más pendiente del comportamiento humano de la gente que me rodea y por eso, he acabado cogiendo cierta conciencia de que hay personas que tienen una forma algo rara, por no decir tremendamente extravagante, de comunicarse con el sexo opuesto.

Si ayer hacía hincapié en mis “colegas” de más de 46 y menos de 50, hoy son los de diecisiete a veintiuno como mucho, los que les toman de la mano el relevo. Es cierto, que como el comportamiento en manada (sí, he dicho manada y no es nada malo pues como no dejamos de ser animales, hay ciertos comportamientos que no nos son ajenos del todo) de los chicos jóvenes, es difícil diferenciar cuál de todos hace más el “animal”. Pero resulta, que no sé si por tanto “roce” al final ese comportamiento, al estar solos, también se manifiesta y puedes descubrir cosas como la que llevo varios días observando en varios especimenes que se han cruzado por mi lado así, como quien no quiere la cosa.

Antes de nada, un pequeño inciso. Se dice que el canto de un pájaro es sinónimo de alegría para muchos, incluso para muchos teóricos (casi nunca científicos) que han defendido a lo largo de los años que las aves pían por puro gusto, porque les divierte. Nada de eso. En realidad los auténticos expertos se debaten entre dos posibilidades: que lo hagan para atraer al sexo opuesto o para marcar su territorio. O más bien un poco de cada. Dicho esto, prosigo.

Si hace algunos años el señuelo para gustar a una joven por parte de un joven macho era el baile (en plan Ricky Martín moviendo las caderas como si no estuvieran unidas al cuerpo), en la versión 3.0 de la nueva forma de “cortejar” o de “llamar la atención” de las jovencitas, los movimientos han quedado en un segundo plano pasando a ser un canto animal, el de los pájaros, su forma de cautivar la atención de las féminas nuevas de la manada. Y no me estoy refiriendo al canto del cuco, o al de la cotorra, o al del gallo. ¡Que va! Sus gargantas entonan un sinfín de cantares animales que ni yo soy capaz de distinguir y eso que conozco más cantos que la media de la población pues procedo de una familia en que la caza ha estado siempre presente. Lo bueno es que esta nueva versión “recién estrenada” tiene, como todas las últimas versiones, sus pequeños grandes problemas. ¡A las mujeres no nos atraen mucho los pájaros! Bueno, a la gran mayoría. Somos más de ositos panda, de delfines, de ovejitas y siempre que sean de peluche nos conquistaréis con ellos desde los 15 hasta los cuarenta y muchos. ¡Somos simples! En ese aspecto (en el resto de ellos, los hombres son los que tienen la exclusiva de la simplitud de todo). Por eso cuando alguien oye silbar de esa manera TAN ELABORADA, como mucho, mirara hacia arriba, hacia el cielo o hacia las copas de los árboles de encima de sus cabezas, con la precaución de no ser bautizada con uno de los excrementos de los mismos que escucha (eso si los escucha que también es posible que ni los oigan).

En resumen, que si alguien te gusta no hace falta dárselas de Pavarotti de los pájaros y encima, desde la distancia. Échale huevos, acércate a ella y dile que te gusta. Al menos no te pasaras piándole sin que se entere de que existes por el resto de tus días.

MORALEJA: Hay un proverbio chino que dice así: “Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción”. Ser fieles a vuestro canto, jóvenes pájaros de juventud contagiados. Mas no olvidéis que la primavera pasa y en verano, hasta el canto es acallado por el cálido sol del atardecer.

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