lunes, 14 de abril de 2014

¡URGENCIAS! UN MONÓLOGO QUE NO DEBERÍAS VIVIR


 

Cuando llega el sábado siempre deseas hacer algo diferente, algo nuevo, algo especial. Al final, cuando ya tienes decidido donde escapar del ruido de coches y de vecinos molestos, un dolor te cruje y te hace ir al lugar más maravilloso del mundo… ¡¡¡URGENCIAS!!!

 

¡¡¡QUE BERJEL DE FAUNA URGENCIAS!!! Es como el Zoo urbano más singular del mundo mundial. No encontrarás un mono (aunque si alguno con el síndrome del mismo), un gorila (bueno, alguno de los hormonados seguratas, podrían pasar por uno de ellos), ni un león (aunque haya médicos que se crean los reyes del cotarro aunque aprobaron por los pelos la carrera y por eso, no se arrima cuando alguien sangra aunque sólo sea por la nariz). Pero si encontrarás al SEGURATA MINI, LA EMPERIFOLLADA, LA LOCA, EL QUEJICA, EL “PACIENTE” PACIENTE, EL PORTEADOR, EL DETENIDO, EL CON PRISAS,… y alguno más que seguro que me olvido.

 

Empecemos por definir al segurata mini. Es un hombre que mide metro noventa y cinco pero que pesa menos de cincuenta kilos (puedes verle las costillas reflejadas en la camisa al trasluz. Es… casi siniestro). Cuando lo ves, tras el primer chute de calmantes, te dices: Sí claro, como que si a mi me da un arrebato el va a detenerme. Y por dentro empiezas a reírte poniendo una cara de “felicidad” por fuera digna de alguien que empieza a flipar un poco.

 

Luego tenemos una que parece no tener nada y que parece que va a una boda de lo Emperifollada que va: uñas de porcelana (de las de las antiguas tiendas de todo a cien), vestido pret a porter (comprado en el mercadillo pero que ella seguro que dice que compro en la boutique de Jan Pier), con la cara como porcelana (antigua obviamente), con tonos y maquillaje al estilo Rococó, o sea, en exceso y mucho más, taconazo de infarto (descascarillados por todos lados tapados, magistralmente, con el mismo pinta uñas de las manos) y que no para de quejarse porque no la entienden pero que tú, por más que la miras desde hace horas, no sabes el por qué ha venido y te vas, sin haberlo sabido. ¡Es un misterio!

 

Siempre, siempre, siempre, encontrarás en urgencias, vaya a la hora que vayas, un detenido, un quejica y una loca. Es más, yo creo que no son ni pacientes que son actores de atrezo que el mismo centro sanitario contrata para animar el cotarro. El detenido siempre va con una pareja del orden. Entra y lo atienden el primero ya que va con la policía que a ti te da por pensar,… ¡Joer! Si para que te atiendan rápidamente y nada más llegar hay que venir con las fuerzas del orden, la próxima vez que me de un dolor, para aliviar tensiones, le pego una patada en los huevos a un guardia y que me quiten lo bailao.

 

La loca no habla sino que grita a viva voz: ¡¡¡ESTOY MUY LOCAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡NO ME TOQUES!!! ¡¡¡QUE ESTOY MUY LOCAAAAAAAAAAAAAAAA!!! Vaya tela. Luego sale corriendo desde fuera hacia adentro y desde dentro hacia a fuera. No te entra miedo, porque tú ya tienes tu dolor pero cuando pasa corriendo por tu lado por tercera vez en menos de cinco minutos, te dan unas ganas de ponerle la zancadilla y que se deje los dientes en el suelo. Al menos así, dejaría de gritar un rato.

 

El quejica tambien debe de ser por contrato y actor. ¡En serio! Siempre dice lo mismo: socorro, dios míos, me duele y poco más. Eso si, le pongan lo que le pongan de calmantes, no para de decir SOCORRO, DIOS MÍOS, ME DUELE. Después de más de siete horas en urgencias sigue diciendo SOCORRO, DIOS MÍOS, ME DUELE. Después de ocho, de nueve, de diez,… vamos, que te acaba entrando ganas de levantarte y de decir: ¡¡¡CALLESÉ, CALLESÉ, CALLESÉ, CALLESÉ QUE ME DESESPEEEEEEERRRRRAAAAAA!!! Dios, es que parece una tortura china y después de diez horas es que no puedes aguantar más.

 

Siempre que vayas a urgencias te encontrarás con un tío enrollado que lleva desde las nueve de la mañana. Es el “paciente” paciente y suele venir sólo. Pero las horas pasan y después de diez horas, aquel ser tan simpático, muta convirtiéndose en un Gremlin que ha comido después de las doce de la noche. Saca la furia contenida después de horas y arremete contra la primera que aparece, con razón. A los cinco minutos lo atienden y ese es otro gran misterio ese de que sólo haga falta GRITAR para que te tomen por fin en serio.

 

La mujer mayor que utiliza urgencias como si fuera el juego de la silla,… ¡¡¡ninguna es de su agrado excepto la que no ha probado que es la que tú estas sentado (sin haberlo deseado he hecho un pareado)!!! Que cuando la doctora por fin dice tu nombre para … darte el resultado, ella, espera cero coma, en coger el gotero y con la rapidez de una anaconda, aferrarse a su presa (mi silla) como si no hubiera un mañana. ¡Ojo! eso le dura lo que tarda en darse cuenta que hace un ruido chirrioso al echarse para atrás y comprobar que tampoco esa… es la elegida (me la imagino, tras marcharme yo, metiéndose dentro de los boxes intentando buscar el santo grial de las sillas. esperando, acechando y cuando la encuentra, resulta que es una silla de ruedas que la conduce hasta la puerta pues ya le han dado el alta).

 

Después de un rato, mínimo diez u ocho horas, todo empieza a parecer un verdadero zoo urbano porque pase lo que pase, hay personajes que deben existir en este mundo, para bien o para mal, desde el médico que no sabe que hacer, hasta el camillero que mueve tres mil veces la misma silla de ruedas porque molesta en todos lados y SÓLO hace eso, hasta yo, una paciente que le gustaría haberte tenido otra cosa que hacer, un soleado sábado de abril.

 

MORALEJA: Una frase para pensar:

 

“Quienes piensan que no tiene tiempo para hacer ejercicio, tarde o temprano tendrán que hallar tiempo para enfermarse”.

 

Edward Stanley

 

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