miércoles, 23 de abril de 2014

SEQUÍA (relato)



 

Una época de sequía para una mujer, sexualmente hablando, es muy mala. Yo llevaba más de seis meses sin sexo y necesitaba imperiosamente, que alguien satisficiera mis más bajos instintos. ¡Era una realidad! Miraba a mis compañeros de empresa y os puedo asegurar que a cada vez que uno de ellos se acercaba a mi mesa, y tenía a la altura de mis ojos su paquete, no podía dejar de fantasear que me tumbaba autoritariamente contra la mesa y me follaba como un poseso contra el ordenador, mientras los otros miraban y se masturbaban ante el espectáculo que les estábamos proporcionando.

 

Y es que os puedo asegurar que una mujer, una hembra en estado puro, no satisfecha, puede llegar a fantasear con tener encuentro de lo más vulgares, rudos, sucios (a nivel de extremos) y lascivos que os hayas imaginado nunca.

 

Mientras preparaba las reuniones de mis superiores, me imaginaba debajo de la mesa, mientras ellos discutían tal o cual proyecto. Me imaginaba con todos aquellos miembros apresados tras sus braguetas, deseos de un contacto sublime de una boca deseosos de comerlos a cada uno de ellos lentamente, saboreando cada centímetro mientras ellos, serios hombres formales, intentaban disimular que no pasaba nada y disfrutaban de mi boca sin saber quien era la que les estaba dando placer por entero y poniendo en un aprieto morbosamente erótico. Cada explosión en mi boca, era silenciada por encima de la mesa y mi boca, se llenaba de aquella deliciosa experiencia sexual deseando ir a por otra y satisfacerla por igual o más. Así, una por una, iba haciendo mía cada una de aquellos miembros masculinos reprimidos y contenidos en sus trajes de marca como una vulgar fulana pero con las ganas de una mujer deseosa de ser penetrada hasta ser saciada por entero. Luego imaginaba que los doce, tras contenerse pero habiendo sido cómplices de miradas que cada cual iba descubriendo a medida que la experiencia llegaba a ellos, corrían por fin la mesa desvelando el secreto oculto tras ella. Lejos de estar enfadados, me arrancaban la blusa, dejando a la vista mi precioso sujetador de encaje blanco a juego con mi tanguita. Me sacaban los pechos por el escote del mismo y los empezaban a saborear por turnos, mientras bajaban sus braguetas para sacar de nuevo sus miembros los cuales tocaban deseosos de más. Las manos de uno y otros, se deslizaban por mi cuello, por mi nuca, por toda mi espalda. Mordía mi trasero sensualmente por encima de la falda negra de tubo que provocaba incluso en estado normal. Sus manos, no recuerdo las de cuantos, bajaban por mis piernas sin dejar un milímetro de mi piel sin acariciar de modo lujuriosamente lascivo y morboso como jamás lo había imaginado. Algunos llegaban a mis pies, y sin quitarme los tacones, saboreaban mis tobillos. ¡Eso me vuelve loca de placer! En un momento inesperado, uno de ellos me empieza a levantar la falta, dejando mi trasero al descubierto con la mínima tela que puede ocultar un tanga. Empieza a deslizar sus dedos por mi raja desde atrás hasta delante repasando lentamente una y otra vez. El resto que lo ven, quieren hacer lo mismo, y durante un instante, puedo notar claramente tres manos firmes reseguir mi abertura desde adelante hacia tras y viceversa. ¡¡¡ME ENCANTA!!! No puedo dejar de disfrutar y de hacérselo saber a todo el que busca mi boca, metiendo su lengua muy adentro en mi boca para que se la coma o se la muerda. ¡Les deseo! Los deseo a todos. Los quiero tener dentro de mí.

 

Parece que me han leído el pensamiento, pues uno se tumba en la mesa y dejando su miembro para mí, me subo y, ladeando el leve trozo de ropa, me meto su sexo dentro de mí. Los otros miran, tocando su sexo pausadamente. ¡¡¡TODOS DESEAN PROBARME!!! Mientras yo me dejo llevar sobre aquel cuerpo de hombre al que veo gemir y estremecerse entre mis piernas, otro no puede aguantar más y me penetra por detrás. Cuesta un poco acompasar nuestro ritmo de tres, pero cuando lo conseguimos,… es pura delicia al cubo. Tres por tres y sumando derrames en mis partes, delante y detrás, que me extasían una y otra vez. Toca el turno de otros y otra posa con dos bergas humeantes y calientes que han esperado pacientemente su turno para hacerme gozar como una loba en celo. El ritmo se acompasa y supera al anterior grupo. No puedo contener mis orgasmos que vienen y van a placer. Mi cuerpo empieza a brillar con leves gotitas de sudor pero yo deseo más y más. Otro grupo, paciente, me tumba lateralmente sobre la mesa, y me penetran otra vez por delante, por detrás. Sus sexos cada vez aguantan menos, pues llevan mucho demasiado esperando adentrarse en mí. Aún así, aguantan servilmente mi fogosidad de hembra y dejan que yo me corra un par de veces antes de derramarse dentro de mí por ambos lados. ¡¡¡QUE GOCE SENTIR SUS ARDIENTES ESENCIAS!!! Otro grupo me toma y ahora, contra una de las paredes, formo parte de un delicioso y apetitoso sándwich. Siento sus duros miembros gozando con mis curvas, con mi trasero respingón, con mi sexo húmedo, incansable. La vista para los demás no es como antes, pero siguen disfrutando del espectáculo por igual. ¡¡¡LES GUSTA LO QUE VEN!!! Desean más y más. ¡¡¡ESO ME ENCANTA!!! Me pone cachonda a más no poder. Se derraman y otro grupo me toma haciendo otro sándwich esta vez lateral, para dejar ver otro ángulo de una visión tremenda de tres cuerpos jadeantes, ardorosos, humeantes y gozosamente vivos. El último grupo, me arrinconan de nuevo contra la mesa, en un lateral, y me dejan probar la imperiosidad con que han aguantado con embestidas propias de machos locos de pasión contenida, verdaderas bestias salvajes que acometen contra mi haciéndome gritar como una posesa de pura delicia e instinto animal cien por cien. Cuando se derraman, yo agradecida, me coloco agradecida de sus acometidas y desnuda plenamente, empiezo a acariciarme delante de todos para que me vean gozar de mí misma. Eso les encanta, no se lo esperaban y rápidamente su miembros vuelve a cobrar vida. Los incito con mi goce, a masturbase a todos para mí. Doce sexos al rojo vivo, me miran desde cada lado y yo, no dejo de masturbarme para que me vean, para que se corran conmigo, para que se derritan por última vez. Mientras gimo, grito y me derramo, siento como su leche, uno por uno, van bañando mi cuerpo por entero. Creo que voy a morir de puro goce.

 

En ese mismo instante, tengo que salir de mi ensoñación pues los doce, entran de veras a la reunión. Mi fantasía no era real, pero me muero de ganas de vivirla en propia carne. De aquí un par de meses vuelven a reunirse y si sigo con esta época tan seca, la convierto en realidad. ¡La necesito! ¡La deseo! ¡Quiero disfrutar con doce a la vez!

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario