martes, 11 de marzo de 2014

CHAT (relato)



Dicen que de una persona a otra hay seis contactos. Pero nunca reconocer que las casualidades puede ser de lo mas excitantes.

 

Habían pasado muchos días ya de mi última entrevista (treinta y cuatro para ser exactos). Cuando me llamaron para concertar una entrevista por la tarde del martes, no daba crédito a lo que oía. Me puse nerviosa. Hacía tanto tiempo que no me ponía frente a nadie que la curiosidad me llevo a entrar en un chat de comunidad. Era la primera vez que entraba pero había escuchado muchas cosas malas y pocas buenas. Pensé que al ser afable se portarían bien conmigo y así fue.

 

Mi nick era ARACNE (una mujer que en la mitología griega, fue castigada por era por su empuje, por su carácter y, sobretodo, porque tejía muy bien). Varios nicks un tanto groseros con personajes raros, llamaran a mi ventana de privado (una conversación a dos). Apenas había pasado cinco minutos que empecé a hablar con un hombre la mar de amable. Era simpático, gracioso y no parecía tener un nick nada grosero: ARGONAUTA182.

 

Empezamos a hablar que eran las una y media de la tarde. Me sentía bien charlando de nada complejo y quitándome los miedos de encima. Después de una hora y media larga, le dije que tenía que dejarle que tenía que ir a una entrevista. Le indiqué la zona y me dijo,… que él trabajaba “muy cerca”. Me dijo que si quería, podíamos vernos después para celebrar que me habían dado el trabajo. Le dije que no, que ya estaba suficientemente nerviosa como para hacer lo de quedar con un desconocido. Me describí, se describió, me dijo que como iría vestida, le respondí que de negro y blanco y… dijimos ambos adiós.

 

Me empecé a arreglar para la entrevista: ducha, pelo, maquillaje, perfume, ropa elegante (blusa negra y blanca y falda de tubo color negro muy sensual), tacón, medias,…

 

Me fui para la entrevista en mi coche. Llegué a la puerta de la empresa, puse el ticket de zona azul y me dirigí a la puerta. Llamé y me abrieron. Lógicamente había muchos más candidatos y candidatas.

 

Me identifiqué al llegar. Me dieron unos papeles para rellenar que adjuntaría con el curriculum.

 

Había pasado media hora cuando por fin, un hombre alto, con el pelo rapado completamente y ojos marrones me indicó que pasara. Ya no quedaba apenas nadie para entrevistar.

 

Repasamos juntos mi curriculum y me explicó los dos puestos que había disponibles: administración y publicidad del producto. Desde que nos habíamos saludado con la encaje de manos noté algo que me estremeció de la cabeza a los pies. Hubiera podido jurar que mientras ARGONAUTA182 se describía a si mismo, podía haber estado mirando al entrevistador que estaba frente a mi (‘¡Va Alicia!,… son cosas tuyas. ¡Relájate!’ me dije).

 

Podía ver que su voz no titubeaba en ninguna pregunta, en ninguna explicación. ¡¡¡TODO ESTABA EN MI MENTE!!! Sería mejor que dejara de boicotearme a mi misma con mis pensamientos.

 

Sin darme cuenta llevábamos ya media hora larga de entrevista, cuando me preguntó:

-         ¿Te gusta la mitología griega?

-         Me apasiona la mitología griega. ¿Por qué me lo pregunta?

-         Siempre es bueno saber los gustos de los entrevistados.

-         Ya, no lo dudo, pero parece una pregunta demasiado especifica.

 

En ese momento vi titubear su boca, las palabras que intentaban sin conseguirlo de sus labios. ¡Era él! De eso ya no cabía duda. El hombre con el que había estado hablando hacía apenas unas horas antes. No sabía que hacer. Había algo morboso y tremendamente excitante en aquella situación.

 

El rubor asomó en mi cara y me levanté de golpe para irme (sabía demasiadas cosas que no le cuentas a alguien que acabas de conocer). Golpeé sin querer la mesa con la silla y una botella de agua mineral, cayó sobre él mojándolo. Cogí unos pañuelos de papel y, solicitándole su perdón, me puse de rodillas a intentando limpiarle. Estaba tan nerviosa que ni siquiera me había dado cuenta que le estaba limpiando la entrepierna mojada por el agua y que frotaba arrodillada pidiéndole disculpas. En ese momento entró uno de sus compañeros y al vernos en aquella pose, salió diciendo,… ‘¡¡¡PERDÓN!!! ¡No quería molestar!’ Y cerrando al puerta tras de sí. Ambos nos miramos y nos pusimos a reír a la vez.

 

Su sexo estaba erecto pero el frotar en esa zona, es lo que tiene.

 

Cuando intenté incorporarme, la falda de tubo se desgarró un poco y me hizo perder el equilibrio. El cuerpo se me fue hacía adelante y me tropecé con él cayendo encima suyo tras tirar su silla.

 

Yo estaba encima suyo, su pantalón mojado, su miembro excitado y los dos,… muertos de risa. Yo pensaba,… ¡¡¡ESTO YA NO PUEDE IR A PEOR!!!

 

Se giró sobre sí mismo y mi espalda quedó tocando la moqueta. Él estaba ahora encima mío. Me dijo:

 

-         ¡Soy el jefe! Me gusta estar arriba.

 

Aquella afirmación hizo recorrer todo mi cuerpo con un escalofrió de placer. Besó mi boca. Besé la suya. Sus manos se perdieron presurosamente por debajo de mi blusa. Sus dedos pronto encontraron lo forma de hacerme estremecer por entero. Se posaron en mi sostén y magistralmente, precipitaron a mis pechos al vacío. Sus yemas rozaban sutilmente mis pezones arrancándome suspiros ansiosos suplicando más.

 

Mis manos no podían estarse quietas y desabrocharon un a uno, los botones de su camisa color camel que le quedaba como una segunda piel. Mi boca se estrelló en su pecho, buscando sus puntos más sensibles para arrebatarle gemidos infinitos de placer absoluto.

 

Mientras mis labios seguían jugando en su fuerte pecho, mis manos se perdieron por su cintura, arrancando su cinturón y su tejano abotonado diestramente.

 

Él subió mi falda dejando a la vista mis braguitas color granate. ¡Le encantaba ese color! Me las puse por él pero sin saber que le vería. Era algo que habíamos comentado en el privado del chat. Al verlas, todo él se puso aún más duro. ¡¡¡ME FASCINÓ VERLE ENCENDERSE!!!

 

Apresuradamente, las ladeo y introdujo su sexo en el mío. Estaba desatado, como una animal contenido al que habían abierto la jaula tras años de cautiverio. Yo me deleitaba con cada movimiento brusco de su pelvis, con su tremenda verga entrando y saliendo de mí, con sus susurros excitados que iban y venía con increíble deseo de más.

 

Deseaba que no parara, cuando me derramé una primera vez. Él, al sentirme llegar, se excitó más y más. Su sexo se había tornado descomunal por momentos y cada embestida, era más y más placentera para mí.

 

No podía dejar de derramarme con toda aquella fogosidad hecha hombre. Gemía, gritaba, me corría y no deseaba que parara. Y su pene,… ¡¡¡DIOS!!! Cada vez más duro, cada vez más predispuesto a no parar, a seguir, a continuar, a no dejarme sin comprobar que era todo un ARGONAUTA, un hombre tremendamente vital y fogoso por los cuatro costados.

 

Busqué su boca para besarle. Cuando lo hice paró. Se incorporo y me ayudó a levantarme del suelo. Me pidió que me tumbara sobre la mesa con el culo en pompas. ¡ACCEDÍ! Deseaba que lo hiciera. Cuando sentí su sexo atravesar mi culo creí que me iba a morir de placer. ¡¡¡DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS!!! Jamás había sentido un placer tan increíble en todo mi ser.

 

Me embestía con menos rapidez que antes. Eso hacía que el deseo de sentir entrar su sexo incrementara en mi cuerpo. ¡LE DESEABA! Estaba enganchada a aquel tremendo placer y como una yonqui, necesitaba más y más y más que me follara sin parar, como un perro en celo.

 

Al poco tiempo, empezó a incrementar su ritmo y yo gritaba, gemía, sollozaba de locura placiente de apetito.

 

Sentí como todo su cuerpo se estremeció y como su leche se adentraba por mi culo como si fuera un volcán de lava hirviendo. Quedamos los dos tumbados uno sobre el otro sobre la mesa. ¡¡¡HABÍA SIDO INCREIBLEMENTE DE LOCOS!!!

 

Obviamente no conseguí llegar a trabajar en esa empresa pero cuando todos se van, aquella sala, vuelve a cobrar vida para él y para mí hasta que nos quedamos ambos extasiados, saciados, llenos, eternamente satisfechos de goce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario