jueves, 2 de enero de 2014

EL HOMBRE VS. PUERTA AUTOMÁTICA



Todo el mundo sabe, en mayor o menor medida, que ir después de enero a buscar algo para regalar es toda una odisea.

 

Como primer plato, así de entrada, te sueles encontrar estanterías casi vacías por no decir completamente desiertas de juguetes porque los Reyes Magos han arrasado hace semanas con todos ellos. Pero eso no es lo peor. Lo peor de lo peor es que, aunque creas que no vas a encontrar a nadie en esa clase de tiendas y pese la falta de genero, las personas siguen entrando, comprando, haciendo colas y mostrando el lado mas amargo del espíritu navideño: la falta de educación (Si, ya se lo que estáis pensando. ¡Anda que tú también ir a última hora a comprar un juguete! Pues si. ¡¡¡SOY UNA REBELDE!!! Y tras varios años de ir de acá para allá sufriendo entre mamis histéricas, papis desesperados, abuelas que no saben que les dijo ni la nieta ni la hija, abuelos que protestan porque gastarse más de diez euros en un regalo les parece una locura, titos que quieren hacerse pasar por los superpapisderepuestodispuesto comprando todo y más de la tienda,… me he dado cuenta que la vida es tan corta que mejor no malgastarla entre gente desequilibrada a la enésima potencia. Por eso voy más tarde (también encuentro más desequilibrados pero de los normales, de los de toda la vida) a comprar en las tiendas de juguetes).

 

Como segundo plato las cajeras y los cajeros de estos lugares. Desde los que te recuerdan un número mínimo por persona (perdona,… ¿A cuatro días de Reyes y tú con remilgos absurdos? ¿No es esto una tienda? ¿No se trata de vender? ¿O de lo que se trata es de quedarse con stock para el año que viene cuando ya esté descatalogado porque los niños y niñas han elegido un nuevo fan del momento?), o aquel que hace tres cosas a la vez y te encuentra en la caja como desangelada pensando,… “¿Me estará escuchando? ¿HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA? ¡Estoy aquí! Soy a la que estás cobrando” y el tío,… a lo suyo (lo bueno de estos chicos es que no me hacen perder la fe en la raza humana masculina porque,… ¡¡¡SABEN HACER MÁS DE UNA COSA A LA VEZ!!! Por ejemplo el de hoy, le preguntaba a la jefa por una anulación, mientras me cobraba y cuando yo le he pedido una bolsa grande, ha guardado la compra y todo incluso cuando yo creía que ni me escuchaba y a parte,… ¡¡¡HABLANDO POR UN WALKI!!! ¡Genial tío! Me duele decirlo pero,… ¡¡¡ERES EL PUTO AMO!!!), o la cajera borde, que se las da de jefe pero no cobra más y cree que el espíritu navideño es poner en jaque a una cola que ella misma creo por su incompetencia (¿lo bueno de estas personas? Son tan bobas (sin ser rubias porque, contra mi voluntad al admitirlo, son morenas) que cuando les muestras la verdad en pocas palabras, tiene que agachar la cabeza y seguir a lo suyo que no era mucho más de lo que hacía antes de protestar).

 

Como postre apoteósico, al menos para mí en el día de hoy, al volver de vuelta a casa en el coche, he pasado por delante de un supermercado (de los más conocidos en estos momentos por comentarios desafortunados en más de una vez de su responsable y por productos que no cumplían con los mínimos sanitarios para la piel) y había varia personas en la puerta. “¿Alguna oferta interesante?” Pues no. El detector que permitía abrir la puerta automática para acceder a la tienda. Primero había dos mujeres y dos hombres un tanto bajitos. Alzaban las manos para ser descubiertos por la luz roja para poder entrar y nada. Luego han saltado (¿Será esto una cámara oculta? ¿Si no estamos a 28 de diciembre?) haciendo como un salto en forma de aspa para poder ser detectados. Pero eso tampoco ha servido. Las personas seguían llegando y todos intentaban lo mismo hasta que un lumbreras ha intentado abrirla a pulso (menos mal que no estaba cerca porque con el esfuerzo que ha hecho seguro que una flatulencia se le ha escapado o una pedorreta asquerosa y maloliente). No han conseguido nada: ni con saltos, ni con aspavientos, ni con fuerza bruta,… nada ha servido. ¿Sabéis que ha sido lo peor? Que apenas unos doscientos metros estaba la entrada del parking y a nadie (y cuando me he ido de allí había como unas quince persona ya), a nadie, absolutamente a nadie, se le ha ocurrido entrar por el acceso del parking y avisar a alguien de dentro para que lo arreglara. ¿Qué os parece? Media hora larga y seguían saltando, haciendo el baile del chiquichiqui en mil y una posturas y… nadie ha pensado en la puerta de atrás. ¿Lamentable? ¿Patético? ¿O sólo resaca retardada por la cerveza de fin de año? (¿A quién se le ocurre no brindar con cava? Ahí están las consecuencias. ¡¡¡TONTUNA RETARDADA!!!)).

 

En fin, que la vida está plagada de buenos y malos momentos, pero resulta que los peores se concentran siempre del dos al cinco de enero. ¡Ánimo a todos los rebeldes como yo! Sólo quedan tres días para acabar con la tortura.

 

MORALEJA: Luis Fernando Paredes Porras, pedagogo, periodista,  promotor y empresario cultural, dijo: "Quienes recibimos regalos el 6 de enero nos dieron el mayor obsequio: la ilusión y la imaginación;  si para ello tuvieron que mentirnos, es la prueba de que en verdad eran magos". (Como decía Federico Felini (según la película Bajo el sol de la Toscana): "Tienes que vivir esféricamente, en muchas direcciones; nunca pierdas tu entusiasmo infantil, y... todo saldrá como deseas” aunque todos los demás traten de impedirlo a toda costa).

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