Todos hemos disfrutado en mayor o menor manera, con alguna
serie como Aquí no hay quien viva o La que se avecina. Estas dos series en
concreto hablaban, en clave de humor, de los problemas que comportaba vivir en
una comunidad de tarados (desde el respeto por los actores y los papeles que
han desempeñado).
Cuando pasamos a una comunidad de verdad, los tarados son
de carne y hueso y por desgracia para nada son actores. Empezando por la zona
mas baja de la vivienda, el parking comunitario, hasta la azotea que es la zona
mas arriba de un piso, todo puede a llegar a ser un infierno con personas que
tenderían que actuar como tales pero no es así.
Un par de ejemplos en primera persona:
·
En
el ascensor de mi comunidad, por ejemplo, hay un letrero bien grande de
PROHIBIDO FUMAR y ni mi vecino de por frente, ni su suegro que vive en el
quinto se dan por enterados. Actúan como su les perteneciera la finca entera
por tener dos pisos padre e hija.
·
No
me digan como ni porque, mi vecina de enfrente deja siempre que viene su hijo
las deportivas en el descansillo que compartimos ambas. Pero no sólo eso, si
llueve los paraguas, si es medio día la basura y da asco, más que asco ver como
tienes a veces que invitar a personas a tu piso y tener que ser la visión de
calcetines y zapatos sucios, o paraguas mojados, o basura (ya se lo que están
pensado, que vivo en una comunidad donde hay personas que son de otras etnias,
o que son pisos de protección oficial, o que viven inmigrantes que parecen que
son los que tiene la fama. ¡Pues no señores no! Aquí viven gente de aquí, de
toda la vida. Eso si, que supongo que el apellido GUARRO o SUCIO lo tienen que
tener hasta incrustado en las venas).
·
Hace
pocos días hicieron obras. Bueno, pues cuando vuelvo a mi casa no puedo entrar
por mi puerta pues habían colocado azulejos allí delante, como si mi puerta no
existiera (es tan verídico como desesperante). Durante ese periodo, y sabiendo
los problemas de suciedad, ruido que ocasiona una reforma tanto del baño como
de la cocina, la señora de la casa, con todo su santo “coño” (con perdón),
dejaba la puerta abierta de par en par. Tenía dolor de oído un día y le pedí
que cerrara la puerta por mi salud. Se enfrentó a mi diciendo que lo mismo se
oía con la puerta abierta que cerrada y que jamás se esperaba ese
comportamiento de mí (¿Se lo pueden imaginar? Llamo al timbre y no me escucha.
La puerta estaba abierta y la llamo por su nombre. Tenía dolor de oído, otitis
fue el diagnóstico médico, y por decirle que cierre la puerta me dice que soy
una mala vecina. ¿Perdón? ¿Yo soy la mala vecina? ¡Estoy con dolor de oído!
¿Sabéis lo que es ese dolor? Te molesta hasta el sonido de tu propia
respiración y es una molestia francamente insoportable. Pues en vez de
entenderme encima me recriminaba que le hubiera pedido, por mi salud, que
cerrara la puerta de su vivienda que NO TENÍA PORQUE ESTAR ABIERTA ensuciando
tanto toda la escalera comunitaria, como a mi dentro de mi casa que estaba
frente por frente de la suya).
·
Sabéis
que la gente normalmente mete en el coche el parking para evitar posibles
rozaduras y demás de la calle. Pues en nuestro parking el problema viene con
los propios coches de los lados y de atrás. Nuestros coches sólo tiene
rozaduras por la puerta del acompañante que es la que el otro coche, el que
aparca al lado, no tiene miramientos y abre golpeando una, dos y hasta tres
veces al día sin importar quien es el dueño del vehículo de al lado. Cuando lo
comentamos a la compañía de nuestro seguro nos dijeron que les facilitáramos
las matrículas que ellos se encargaban de tramitar los partes pertinentes.
¿Creéis que tenemos que ir por la vida teniendo que ir de “chivatos” o de
“denunciantes” porque las personas no sepan comportarse como está mandado? ¿Por
qué parece que vivamos entres salvajes si hemos evolucionado? ¿Deberían volver
a las cuevas muchos de nuestros vecinos por el bien de la convivencia vecinal?
·
En
las fiestas de la ciudad, muchos compran petardos. Pues volvemos un día
caluroso de verano y abrimos, obviamente, las ventanas para que corriera un
poco el aire. Bien, pues ese mismo día, al novio de la vecina del cuarto, le
dio por encender petardos y tirarlos por el balcón de su casa. Se me prendió un
poco la cortina de mi habitación. Le llamé la atención y le dije que pararan.
Tardaron sólo media hora en volver a tirarme mas petardos pese a estar
avisados. Llamamos a la policía y entonces, dejaron de tirarlos y su novio se
fue a escape de la casa. ¿Hay que poner en conocimiento del orden público un
caso que se podía haber solucionado con un poco de sentido común? ¿Es qué
tenemos que acostumbrarnos a llevar grabadoras y cámaras encima para demostrar
las malas actuaciones constantes de los vecinos por si algún día no podemos más
y tenemos que denunciarlos? ¿Por qué la palabra de unos tiene mas peso que la
de otros? ¿Qué poderes ocultos tienen los que parecen ser los “reyes sin reino”
de las comunidades?
Y así podría seguir hasta el juicio final. Los líos de
faldas, si los hay entre unos y otros, a mi me la trae al fresco. Lo que
encuentro grave por no decir lamentable, es que no sepamos vivir en comunidad,
que protestemos tanto cuando somos los primeros que deberíamos callarnos por
nuestros actos. A fin de cuentas todos somos humanos aunque por desgracia, eso,
en más de un vecino, tendría que ser bien mirado y remirado por los científicos
que buscan en la evolución un eslabón perdido. Estoy segura, que ese eslabón,
viven en mi comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario