martes, 8 de octubre de 2013

UNA NUEVA CARTA ARDIENTE PARA RUPERT (relato)

Querido Rupert,
 



Eres consciente de mi lado más oscuro, más salvaje, más perverso. Sólo en ti confío para desnudar mi mente en ese aspecto.

Hoy he ido,… bueno, mejor no decir dónde pero el lugar, la situación, el momento, la postura,… me ha hecho tener fantasías muy calientes durante todo el día.

Mientras me autorizaban a entrar en un recinto y pese que ya le había visto al dar los buenos días, una voz susurrante, muy sensual indicaba a alguien una dirección. En ese momento mi mente ha empezado a imaginar, a ir más allá con los ojos abiertos. Sólo estábamos él y yo. Podía sentir el calor de su aliento en mi boca mientras me rozaba suavemente los brazos por encima de la ropa. Me aferraba a su cuerpo y notaba como su virilidad iba en aumento al notar el roce de mi cuerpo contra el suyo,… No me dejaba darme la vuelta,…no me importaba. No pensaba en las miradas que pudieran vernos desatar una pasión prohibida,… Todo mi cuerpo se estremecía de placer. Sus manos se habían metido debajo de mi blusa buscando mis senos que estaban erectos. Sus labios recorrían mi nuca. Quería besarle, poder tocarle,… pero no me dejaba. Él tenía el poder y me encantaba. Sus dedos desabrocharon me pantalón mientras me recostaba contra la recepción. Ladeo mi tanga sutilmente y me penetró gimiendo de una forma jamás escuchada, con fuerza, con ganas, henchido de un placer no saciado,…

Mi compañera me hizo volver a la realidad unos instantes.


Luego, mientras hablábamos con otras chicas el pasó por detrás y lo seguimos a distancia. Mi mente no dejaba de pensar,… ahora seré yo la que te ataque por detrás y de devore. Mientras se alejaba notaba como caminaba mentalmente detrás de él hasta que cogiéndole por la cintura y tapándole los ojos con mí mano le susurraba el oído: ¡Aún no hemos acabado! Tapé sus ojos con mi bufanda y lo apoye contra uno de los edificios. Empecé a besarle el cuello, a lamer sus pezones erectos sin dejar que me viera,… desabroché su pantalón y empecé a lamer su esencia de hombre una y otra, y otra, y otra vez,… hasta que la ambrosía de su cuerpo me dejó saciada en parte.

Mi compañera me hizo volver a la realidad de nuevo.

Pero la monotonía del curso me hacía seguir pensando en otra vez en ese mismo lugar, encima del mármol, en aquel vestíbulo impoluto. Él recostado en un sofá minúsculo y yo cabalgando a horcajadas como una amazona salvaje. Gemía de placer yo, él, ambos a la vez. Luego seguí cabalgando pero mientras notaba su palpitante miembro haciéndose camino por mis adentros traseros. No podía dejar de moverme,… le deseaba más, y más, y más,… hasta que se desbordó de nuevo dentro de mí.
 

He llegado a mi casi exhausta,…


Ojala algunos sueños fueran una realidad.

Hasta muy pronto,
 
Denébola




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