jueves, 17 de octubre de 2013

DISCURSO (poema)


 
DISCURSO

 

Yo me he aceptado amigo.

¡No me quedaba más remedio!

Luchar es duro.

Luchar contra uno mismo,…

un imposible.

Me aborrecía es esa

esquina llamada engaño.

Me contaminaba

con las toxicómanas palabras

que evocaban contra mi

unos aquí y otros allí.

 

¡No fue fácil!

Ahora tampoco lo es.

¡La batalla ha sido dura!

Las manos impregnadas

de sangre lo demuestran.

No hay muerto

pero un cadáver yace

en las profundidad

diez mil millas al este lo que fui.

 

¡No hay barco que conduzca

a un alma a su destino!

Vaga, se retuerce, parece

agonizar y morirse dos veces.

¡Así es volverse contra uno mismo!

¡Así es luchar contra uno mismo!

¡Así es ganarse a uno mismo!

Hay que matarse mellizmente

y sobrevivir sólo una.

Mas es al final cuando la vida,

después de ser arrebatada por duplicado,

cuesta que llegue a encontrarse

de nuevo con uno mismo.

 

Reunirlas a las cuatro

(alma, cuerpo, mente y espíritu),

es una ilusión quimérica.

¿Existe? ¡Seguro! ¡Claro que si!

Encuentra tu alma,

lucha por tu mente,

peléate por sobrevivir

a tu espíritu y por Dios,

elige uno que a mí me da igual,

mantén tu cuerpo diestro

para soportar las acometidas

de tu propio yo.

¡Esa es la batalla final!

La lucha conclusiva.

El valor de un muerto

es el único que no será juzgado.

¡Nadie contradice a los difuntos!

Muérete si así lo deseas

para obtener tu verdad.

Mas se consecuente de que jamás

tendrás replica de todo aquello

que después de ti se diga.

¡Los muertos no hablan!

Recuérdalo bien.

El bando elegido

(detrás o delante)

está en tu decisión.

Luego no hay vuelta atrás.

Tras tú vendrá el yo

y arrasará a su paso

(hay un nuevo Soberano

en tu mundo y quizás ya no seas tú).

Besa su mano y grítale la consigna.

Dejaste de mandar para servir.

¡He ahí tu inadmisible votación!

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