lunes, 30 de septiembre de 2013

¡UN DÍA CUALQUIERA! (poema)


 
¡UN DÍA CUALQUIERA!

 

Llegó el momento preciso.

Llegó el mes esperado.

Llegó la semana indicada.

Llegó el día y la hora señalada.

Tú no llegaste. Me dejaste sola.

 

Soñé cada noche con tu boca.

En mi piel se tatuaban

cada noche tus caricias,

el rumor de tu cuerpo desnudo,

la infinidad de tu pasión descontrolada.

 

Esperé mucho y no me importó.

¡Las prisas no son buenas!

(nunca me gusta la prisa

cuando hay que devorarse

entero o a medias).

 

¡No te veo! ¡No estás aquí!

Un móvil te entretiene,

te distrae el dolor,

te divierte hasta los gemidos

de la otra habitación

que no somos nosotros,

ni tú ni yo.

 

¡Mi alma llora por dentro!

No me siento mujer,

quiero vestirme,

salir corriendo,

imitar por una vez

y para siempre la huida

mas sorprendente

que haya existido

hasta la fecha.

No sé como me quedo

y aguanto el tipo

(en el fondo soy alguien

que sabía muy bien a lo que iba.

Nada de romances.

Nada de amor.

¡Eso no va con nosotros!

Sólo sexo, sólo deseo,

… a solas los dos).

 

No estamos desiertos

y los que susurran a nuestro alrededor,

sólo te molestan a ti

(yo me pedí el día entero

para pasarlo a tu lado.

¡Valía la pena arriesgarse por ti!).

 

La despedida hiere,

hace que el dolor

se manifieste por entero.

(¡Lo oculto! Es lo adecuado).

Debería estar triste,

(quizás llorar un poco y todo).

Pero me siento

aliviada de escaparme

de despertarme del mal sueño vivido

que parecía no tener fin.

‘¡Ni siquiera hubo

un saludo como

dios manda!’ me digo.

Me miro en el reflejo

de una ventanilla sucia

en el tren de retorno.

¡No volveré a pasar por esto!

¡No me merezco

se tratada como nada!

 

No todas estamos preparadas

para hacerles hervir

hasta el pensamiento

con una mirada.

No todas podemos

hacerles soñar con

el paraíso en la tierra.

No todas somos

princesas de cabellos dorados,

agraciadas de forma,

mujeres de bandera.

Algunas sólo tenemos

nuestra prosa,

nuestra lírica,

nuestro verbo

y poco más

(esto jamás ha precipitado

a un hombre a caer por entero

en un lecho una mañana cualquiera).

 

Lo aprendí mal.

Asimilé demasiado tarde

el no estar hecha

para estar a solas

en una habitación para dos.

¡Duro! ¡Rutinario!

¡Como si hubiera sido

un día normal de mi vida!

Sin pasión, sin deseo,

sin temblar por entero,

sin estremecerme como hembra.

¡Un día cualquiera!

Uno más tan solo.

¡Sólo eso!

domingo, 29 de septiembre de 2013

DESPEDIDA (poema)


 
DESPEDIDA

 

A nadie le importa.

Toma el vuelo

un nuevo avión

con destino cuatro mil kilómetros

lejos de su casa

y a nadie le importa.

Allí vuelan mi hija,

mis nietos,

toda mi vida.

Su padre les espera

en país extranjero.

¡Aquí no tenían futuro!

Mi nieta se hace

la fuerte con ocho años

para que yo no llore.

Mi niño de tres no sabe

aún que nos alejan.

Mi hija intenta estar

entera por todos.

Va en busca de su marido.

 

El avió aterrizó allí,

muy lejos de mi.

Mi peque me dice:

‘Abuela, ¡Ven a por mi!’

(si fuera tan fácil cariño mío).

¡Es pequeño!

Es pequeño

y no entiende

que está muy lejos.

 

Aguanto el tipo

por ellos al teléfono

(no es nada fácil pues

ellos son toda mi vida).

Cuelgo y no puedo contener más

la avalancha de lágrimas

que se agolpan contra

mis ojos incontrolablemente.

 

Enciendo el televisor

y las noticias del día

me enojan una vez más.

¡Grito! Lanzó un zapato

contra la pantalla.

¡¡¡MALDITOS HIJOS DE PUTA!!!

Mis nietos, mi hija,

a una vida de distancia

de mi mundo y seguís

sin poner orden,

sin dar la cara,

sin tener cojones

de dimitir por ladrones,

corruptos, por ser mala gente.

¿Qué os hemos hecho?

¿Qué queréis de nosotros

si nos lo habéis arrebatado todo?

 

Caigo en la cama y el móvil suena.

Mi niño me mandó

un mensaje desde tierra extrajera:

‘Abuela,… ¡Te quiero! Buenas noches’.

 

Beso su foto,

me abrazo a ella con

un solo ruego al cielo:

‘¡Dios! Dame fuerzas

para aguantar este martirio’.

FOTOGRAFÍA (poema)


 
FOTOGRAFÍA

 

El disparo fue certero

(entre los dos ojos nada menos).

Todo se quedó en silencio.

 

Nadie corría.

Nadie gritaba.

Nadie lloraba.

Nadie llamaba

a las fuerzas del orden.

¡Estaban demasiado

acostumbrados a la muerte!

 

Recordé a Becquer

(no venía a cuento, lo sabía,

mas no estaba de más

uno de sus versos:

¡Que solos se quedan los muertos!).

 

Pensé también en  García Lorca,

en su forma de decir adiós sin querer,

en el poema ‘El poeta dice la verdad’

(… ‘Que lo que me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida’).

 

Entonces le vi a él,

un reportero que estaba

en el lugar adecuado

en el momento idóneo.

¡Ellos no pensaron lo mismo!

Ahora si se corría.

Ahora si se gritaba.

Ahora las gotas de sudor empapaban

los rostros de los jueces del arma empuñada.

Las fuerzas del orden corrían

pero no le socorrieron.

¡No se podía saber la verdad!

Ese era el peor delito.


Bajé la mirada para no contemplar su final

(llevaba demasiado tiempo allí:

me había contaminado de insolidaridad).

 

Federico me susurró

al oído todo su bello poema:

‘Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.

 

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

 

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con día, grito, sal y luna vieja:

 

Que lo que me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida’.

 

Le giré la cara al hombre allí tieso

y entre miles de rumores

le dije a Gustavo,…

‘Tienes razón viejo amigo:

¡Que solos se quedan los muertos!’

viernes, 27 de septiembre de 2013

NO ME PIDAS SACRIFICIOS (poema)


 
NO ME PIDAS SACRIFICIOS

 

Lloré tanto.

Derramé demasiadas

lagrimas en vano.

¿Qué vale un amor

que pide como gran

sacrificio de una vida?

Yo no lo pensé,

ni nada me pregunté

y me entregué por entero.

Perdí la dignidad,

la familia, mi nombre,…

todo lo que poseía.

Luego, cuando ya nada importaba,

cuando el aislamiento y la soledad

eran mis únicos compañeros,

cuando daba igual si el día

despertaba ante mi o moría,

él, sencillamente, me partió la cara.

¡Así de simple!

Un golpe certero grabado a fuego.

¡Esa era su máxima!

 

Escapar no entraba

en mis proyectos

y menos en los suyos

(o para mi o para nadie,

esa era su adagio).

Si pretendía sobrevivir,

debía acatar las reglas

que se creaban con palos

contra mis espalda,

contra mi pecho,

contra mí directamente

y sin explicaciones.

 

Se me secaron mis ojos.

Mis labios se olvidaron sonreír

(ni siquiera ahora

recuerdan como hacerlo).

Mi cuerpo encallado,

ya no sentí ni los golpes.

Para el verdugo no fue suficiente.

Después de la carne vino el abuso,

la soberbia disciplina dictatorial del amo,

el anularme antes todos

para siempre se convirtió en su nuevo reto

(¿A esto le llamaba yo amor?).

 

Reclusa en una casa vivía yo.

Pasé muchas noches

esperando que volviera.

Pasé muchos días

lamentando que así fuera.

Una víctima del amor corrompido,

algo parecido a estar muerto en vida.

 

Mis ojos ya no sufren.

Mi alma ya no sufre.

¡Yo ya no sufro!

Aprendí sus costumbres,

crueles, dolorosas, reales.

Inventé un nuevo

nombre para sus golpes:

“caricias” los llamé yo.

 

Hoy me llenó el cuerpo

de “caricias” tan dulces,

que no pude levantarme

del suelo de tanto amor.

El juez llegó muy tarde.

Muerta de amor acabé yo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

DUERME PEQUEÑA DUERME (poema)


 
DUERME PEQUEÑA DUERME
 
Duerme pequeña duerme,
descansa poco a poco.
Fantasea con grandes verdades,
con inmensos campos de miel,
de melcochas, de frutas
frescas todo el año.
Deja que la esperanza te invada
imaginando con un mundo
donde estudiar este permitido,
donde ser ignorante sea castigado,
donde ser pobre,… no sea un escollo
insalvable para ser completamente feliz.
 
Duerme pequeña duerme,
tus antepasados lucharon
en la guerra más absurda
para que tu dormir fuera tranquilo.
Si ellos estuvieran aquí,
si aún tuvieran fuerzas para alzarse
sobre tantas ilegalidades injustas,
tu ilusión de niña dejaría de ser
suplica para ser simplemente descanso.
 
Duerme pequeña duerme,
pese a que tu estomago vacío esté,
aunque el frio congele
hasta el aire que respires.
Mañana será menor el frescor
cuando el sol salga
y caliente tu alma.
 
Duerme pequeña duerme,
bajo la luz de una vela,
en una casa sin techo,
entre cartones prestados,
vestida con ropas usadas,
calentada con la fe del calor humano.
 
Duerme pequeña duerme,
ellos no arruinaran hoy tu sueño.
¡No voy a dejarles!
Hasta que pueda,
tu saldrás victoriosa en tu sueño
y descansarás, junto
a tu madre, una noche más.
 
Duerme pequeña duerme,
duerme una noche más.