miércoles, 17 de julio de 2013

OTRA CARTA… (relato)





Querido Rupert,

 

Hoy era miércoles y en mi interior algo me decía que el día iba a ser redondo por que me levanté de la cama con todo el cuerpo sudado, cansado, extenuado por el sueño de anoche.

 

Charlas y risas nos había llevado a un desconocido y a mi a una cena romántica a la luz de la velas en una suite de un hotel. Los dos con miedos. Los dos sabiendo demasiado el uno del otro y sin embargo sin saber nada. Los dos con expectativas de que la noche fuera perfecta pero a la espera de que uno de los dos mostrara signos de querer empezar a jugar. La cena, la charla, el vino, el postre, el cava,… todo fue trivial. Pasaron las horas como si nada pero ninguno de los dos se lanzaba…, algunos comentarios…, algunos roces inocentes,… eran casi las doce de la noche y parecía que cenicienta iba a abandonar el baile con los dos zapatos y sin haber probado las delicias de la carne.

 

Del hilo musical que nos envolvía, empezaron a emanar una notas de una bella canción de amor…¿Quién podía pensar en el amor en ese momento? Pero supongo que era una manera de acercarse el uno al otro sin parecer demasiados atrevidos. Él se levanto y me invitó a bailar. Primero puse mis manos alrededor de su cuello y él en mi cintura. Nos daba apuro acercarnos demasiado. Parecíamos dos adolescentes asustado cuando éramos un hombre y una mujer con ganas de devóranos desde el primer momento.

 

- ¿Te parece bien si apago la luz?

- ¡Yo quiero verte! – dijo él.

- ¡Sólo un momento! ¿Vale?

 

Accedió y entonces se dio cuenta que la oscuridad, esa que habíamos mantenido durante tanto tiempo antes de conocernos, era su aliada. Me aferró a su cuerpo mientras seguíamos moviéndonos poco a poco al compás de aquella canción lenta y suave. Entre mi pecho y el suyo apenas cabía un hilo de aire. Entre su pantalón y el mío había un trampolín al que sólo había que dejarle las puertas abiertas. Empezamos a besarnos (lo deseábamos). Primero fuero pequeños roces. Luego mordisquitos en los labios y poco a poco, nuestras lenguas empezaron a jugar.

 

- ¿Te apetece un baño?

- ¿Desnudos?

- ¡Claro! Hemos estado más desnudos que ahora pese a que lleváramos ropa.

- ¡Desnúdate tu primero y métete en el agua!

- ¿No me irás a dejar sólo?

- ¡Si te preguntas eso, es que no me conoces!

 

Encendió la luz del baño y empezó a llenar una bañera grande que había. Se quitó la ropa y se metió en el agua. Yo seguí en la habitación a la espera de que él cumpliera su parte. Apagué las luces y me llevé conmigo unas velas que estaban en la mesa. Podía ver su cuerpo sumergido en el agua y al mío con la ropa intacta mirándolo llena de deseo. Empezó a sonar una música muy sensual y empecé a desnudarme de forma provocativa ante sus ojos. Él parecía incrédulo ante lo que estaba viendo. Desabrochaba mi pantalón, me despojaba de mi blusa deslizándome entre las notas de una canción tan sensual como el momento que estábamos viviendo. Me quité el sujetador negro y el tanga cayó al suelo con la última nota. Luego me metí en el agua pero no me puse en el otro lado de la bañera sino que me senté a horcajadas encima de él. Noté su miembro duro y muy, muy, muy firme. Empecé a lamerle el cuello y a mordisquear dulcemente sus pezones. Estaba a punto de explotar y yo era consciente. Entonces fue él quien me cogió de la cintura y me colocó encima de su miembro. Yo grité de placer al notarlo dentro y empecé a moverme como si estuviera encima de un caballo primero lentamente,… luego intentando coger impulso,…luego galopando y sintiendo como los orgasmos me venían uno detrás de otro y él gimiendo, pero sin llegar a derramarse, no ahora, no aún. Se notaba quien había tomado el control de la situación por el momento. Me levanté un poco y me di la vuelta. Él introdujo fácilmente su miembro entre mis nalgas abriéndose paso hasta estar dentro de mí. Entonces era ya la que estaba controlando la situación. Sus manos en mis pechos y yo al galope sobre aquel miembro que podía aguantar más. Gemimos los dos y llegamos a la vez a un orgasmo bestialmente cósmico (por llamarlo de alguna manera).

 

Me desperté con ganas de haber seguido soñando, pero… a fin de cuentas sólo había un sueño más de esa galería sin fin que aparecen de vez en cuando en mi mente.

 

Quizás sigamos y no nos conformemos con uno para él y queramos llegar algún día a tener un día entero para ahogarnos entre aquellas aguas de placer inconmensurable.

 

Buenas noches dulce Rupert,

 

APW
 

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