jueves, 25 de julio de 2013

CINCO MINUTOS TARDE


 

Un viaje de Madrid a Galicia en tren (una vuelta a casa tras un año largo de trabajo o la esperanza de poder olvidar, por unos días, la situación que no rodea en un día a día francamente duro recorría la mente de mas de uno de los pasajeros). El reloj como siempre apremia. La velocidad aumenta. ¡Hay ganas de llegar! Sigue aumentando la velocidad. ¡Estamos cerca! (cuando uno regresa el viaje se hace mas corto). Una curva pronunciada y un chirriar agudo estremecen en un atardecer que empieza a teñirse de un miedo que se visualizarse en más de uno de los viajeros. Llega la fatalidad. Descarrilamiento, dolor, explosión, gritos, llanto,… fin de mas de una vida.

 

Se nos persigue con anuncios a todos aquellos que conducimos más de un medio de trasporte, con la velocidad, con la responsabilidad, con el respetar escrupulosamente las señales de tráfico. Las denuncias vuelan de aquí para allá y hacen bien, pues sólo los que las inflingen, son los que son multados (perseguidos todos, porque pese a ser adultos, todos tenemos DEMASIADA PRISA para respetar un semáforo, un ceda, un stop o la señal que sea. Por eso necesitamos que alguien nos ponga en nuestro sitio porque pese a todo,… no sabemos cumplir las normas si no se nos acosa a hacerlo. ¡Esa es la verdad!).

 

Por desgracia, ayer, alguien que incumplió una norma acabó destrozando, hasta el momento, 77 vidas, setenta y siete familias, lo hizo, sólo, porque se llegaba cinco minutos tarde. ¡Esta es la parte más cruda de la realidad! Da igual las lamentaciones, los llantos, las condolencias, el lo siento. No se trata de perseguir al responsable como si fuera a un apestado porque no estamos juzgando los motivos de un ser humano por rebasar casi en el doble de lo permitido, la velocidad del tren que conducía. Se trata una vez más de demostrar que EL TIEMPO ES DEMASIADO VALIOSO PARA PERDER LA VIDA. ¡Errar es humano! Eso no lo he olvidado ni en momentos de controversia y dolor compartido con los familiares de las victimas y los heridos. Pero dejemos ya de errar tanto y aprendamos una vez que NADA, ABSOLUTAMENTE NADA vale más que UNA VIDA HUMANA. Nos debemos un respeto TODOS a todos los niveles pensados, imaginados y soñados para empezar ha hacer valer a las personas por encima de dinero, estadísticas, resultados y demás.

 

¡Nadie podrá remplazar JAMÁS esas setenta y siete vidas hasta el momento! ¡NADIE OCUPARÁ SU LUGAR! Hoy hay un vacío enorme en todo el pueblo da igual de donde sea uno.

 

Mi corazón y mi fuerza, esta con vosotros en el día de hoy familiares, amigos, accidentados en el descarrilamiento del tren de Madrid a Galicia. Nada de lo que yo o cualquier persona pueda deciros podrá aliviar vuestro dolor, vuestra pena, vuestra pérdida. Pero desde lo mas profundo de mis ser os acompaño en el sentimientos y sólo espero y deseo, que todos aprendamos hoy un poquito más a respetar y a pensar que el tiempo no es infinito y que los seres humanos,… tampoco.

 

 

MORALEJA: ¡NADA TIENE MAS VALOR QUE UNA VIDA HUMANA! Nada. Dejen de forzar nuestra muerte. El culpable de estas perdidas no es que conduce sino el que ACOSA laboralmente a otro ser humano que también perdió su vida en el día de hoy porque algo así te persigue para siempre aunque sigas respirando e ileso.

 

¡NADA TIENE MAS VALOR QUE UNA VIDA HUMANA! ¡NADA! Y no me cansaré JAMÁS de decirlo. Espero que ustedes, y saben muy bien a quienes mes refiero, no les cueste tanto aprenderlo. Yo no me casaré de repetírselo hasta que me entiendan. ¡NADA VALE MÁS QUE UNA VIDA HUMANA! ¡NADA! ¡ABSOLUTAMENTE NADA!

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