domingo, 12 de mayo de 2013

SOPORTADO, SOPORTANDO,… SOPORTARSE (escrito)



 

Soportado en la vida noches en vela por los hijos, por falta de dinero, por no poder llegar a final de mes. Arreglarse con unos zapatos más de dos inviernos y de tres. Acabar derrotada en una cama donde no llega el calor de ningún verano perpetuo. Caminar por la inercia. Ir de un sitio a otro como una rutina más que aprendida. Nunca ser uno. Ninguna vez escucharse. No pensarse. No sentirse. No existir. Llegar a ser una más del rebaño sin aspiraciones, sin deseos, sin pasiones, sin ganas de estar ni en tu propia piel. Hasta que aparece el otoño en tu vida y no quieres que llegue de nuevo el frío si saber si eres o sólo vives por que es lo oportuno para tu estado de eterna mártir.

 

 

Soportando días y días sin amor, sin cariño. Llegar a casa y no tener ganas de llegar. Ser la alternativa pragmática más adecuada en aquel momento. Ver pasar a todos con un recuerdo bonito en la memoria y disfrutando de ese presente con una mano cogida, con un beso al cruzar la calle o al llegar al semáforo en rojo de cualquier carretera y encontrar que en tu mente no hay nada de aquello para recordar. Se rompió el amor, el afecto, la dulzura,… o simplemente no existió nunca.

 

Soportarse al tomar una iniciativa sin marcha atrás. Dar un portazo por fin a una vida que no era vida, a un mundo que no era tu mundo sino aquel donde habías encajado perfectamente hasta difuminarte con el aire, con la tierra, con el mar, con los árboles, con los pájaros,… con el paisaje. Desear por fin ser deseada, encontrar el placer de sentirse plácidamente placentera, vislumbrar ante ti no la recta final de un camino cualquiera sino de tu propio camino. Ser parte de una decisión, ser consecuente hasta los últimos rescoldos que la mente pueda llegar a imaginar. No mirar atrás. No vivir asustada por la soledad. Mirarse al espejo y verse. Descubrirte un nuevo mirar, una nueva sonrisa, una nueva forma de encontrarte después de tanto y tanto tiempo siendo sólo una sombra. Llegar a una cama vacía y sentir una punzada en el pecho. Caer rendida y no poder dormirte. Tocar una y otra vez un lado de lecho que siempre estuvo frío para ti y que ahora más que nunca, sientes más helado y ausente que nunca. Empezar a recordar de verdad y no guiada por el desanimo. Acordarse de que si hubo besos perdidos en tu boca de la suya, y cariño y esa dulzura que creíste fingida durante mucho tiempo (el principio se suele olvidar cuando el presente en mucho más amargo y duro). Desear volver tras tus pasos y desandar el último tramo mal encarado. ¡No hay vuelta atrás! Quizás lo malo no era tan malo. Quizás fue un capricho mal encajado. Quizás ya sea demasiado tarde otra vez para retomar de nuevo lo recordado.

 

Soportarse y volver a sentirse nada sin nada, enormemente vacía en una sala inmensamente llena. Gritar, llorar,… no tener ni siquiera un apoyo aunque fuera uno absurdo y sin sentido.

 

Soportarse a solas y ser la única que ni te entiende.

 

Soportarse por no haber sido capaz de aclarar nada sino de romper con todo.

 

Soportarse,… y tener que ser fiel a las consecuencias jamás deseadas.

 

Soportarse,… condena de aquellos que no supieron alzar la voz a tiempo.

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