domingo, 26 de mayo de 2013

LOS GANADORES NO SIEMPRE SON LOS MEJORES



 

Todos luchamos para ser ganadores. Nos esforzamos, batallamos, jugamos según las reglas y, pese a ser los mejores, perdemos.

 

Miramos, aplaudimos y somos corteses con aquel que se alzo con la victoria y en ningún momento pensamos que ha podido conseguirla con malas artes ni engaños. Pero el tiempo pasa y la verdad siempre sale a la luz. Una prueba, un análisis, una investigación, una lucha por esclarecer algo que parecía imposible, aparece ante nosotros dándonos una nueva visión de lo sucedido varios años atrás. Nos muestras que éramos ganadores, los mejores. El triunfo llega tarde, quizás incluso demasiado tarde. Tras aquella derrota inexplicable nos rendimos y nos convencimos que nada de lo que pudiéramos hacer, nos alzaría con el mayor de los premios. Y sin embargo, por un pésimo primer diagnostico, perdimos la fe y las esperanzas en nosotros mismos.

 

Cuando delante de miles de personas el ganador circunstancial se desenmascara, todos inspiran un ¡¡¡OOOOHHHH!!! muy profundo y agudo de sorpresa. Nadie piensa en el segundo, en su vida, en su pasado, en sus sueños perdidos. Todos exclaman en un asombro que hace temblar los cimientos de la razón y de porque una persona es capaz de una atrocidad así por un simple triunfo. Transfusiones de sangre, dopaje, consumo de sustancias de difícil localización mediante análisis de orina,… Todo vale para el que quiere conseguir el éxito a toda costa. Sin embargo el que hizo lo correcto, colgó las zapatillas, abandonó la competición por no pensar que no estaba a la altura de lo que se exigía y resulta que siempre fue el ganador, el único veraz campeón relegado por unos malos controles médicos.

 

Pensar que los ganadores no siempre son los mejores no es de mal perdedor. Hace falta mucha energía para demostrar una y otra vez, que se está a al nivel que exigen las circunstancias. Pero otras veces, estar a esa altura, nos es sinónimo de esfuerzo sino de un elaborado plan por parecer ante un mundo que espera “héroes”, alguien que no se es.

 

¿Necesitamos “héroes” a cualquier precio? ¿O estamos tan faltos de sueños que la mentira confeccionada para un fin concreto es la mejor respuesta a nuestras suplicas silenciosas?

 

MORALEJA: Cuesta mucho recordar al segundo tras una gran victoria. Pero más complicado es ser el segundo y no perder la fe en uno mismo, para seguir luchando por ser el primero. ¡Felicidades Bayern! ¡Enhorabuena Dortmund!

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