domingo, 3 de marzo de 2013

REUNIÓN DE LAS MUJERES DE SETENTA PARA ARRIBA

 

Jamás me hubiera creído si me lo hubieran contado, que una reunión de solo mujeres de edades de setenta para arriba, serían tan divertida como desconcertante.

 

Se celebraba el cumpleaños de una de ellas y las pastas de pastelería, el mosto y un poquito de cava, corría por la mesa entre las cuales estaban sentadas de toda condición y cuna. Lo bueno es que el destino, o quizás el lugar de residencia, les había llevado a ser compañeras de charlas en las que se hablaba de todo, algunas veces muy efusivamente, pero siempre sin restricciones y con el amparo absoluto de ser todas mujeres vividas, sufridas y en cierto modo supervivientes.

 

Aquel día, no se porque, fue a tratar el asunto de la noche de bodas. Al ser de edades avanzadas todas contaban sus experiencias como algo anecdótico, porque en aquella época, todas llegaron “vírgenes” al matrimonio.

 

Empezó Carmen (no es su verdadero nombre pero,… mejor así. Con nombres comunes, nadie se siente nombrado en lo que se contó en petit comité con la confianza de la edad y las canas) diciendo que a ella le daba mucho apuro y que encima su pareja, no le podía desabrochar la camisa porque se puso muy nervioso (ahora se reía como una descosida al recordarlo pero reconoce que aquella noche,… estaba hecha un manojo de nervios pues era la primera vez que iba a ver a un hombre desnudo y que iba a probar,… los placeres de la carne).

 

Luego Conchi dijo que para ella fue más complicada la noche de bodas pues si madre había muerto hacia menos de dos meses y se tuvo que casar de negro. A parte, como todos sus hermanitos estaban a solas y ella era la nueva mama a la fuerza, no dejaban que su pareja estuviera con ella. Decidieron, entre muertos de miedo, alejarse tanto de la familia como del pueblo para que nadie supiera que iba a perder la virginidad. Se fueron a un hotel en la ciudad con tan mala suerte, que en la recepción del hotel, se encontraron con otra pareja del pueblo que también se habían casado el mismo día y que habían tenido la misma idea de no encontrarse con nadie esa noche “tan traumática” para las mujeres de aquella época. Cuando se encontraron en la recepción de aquel, y pese a que ella estaban casadas, tanto Conchi como Encarna, se pusieron rojas de vergüenza.

 

Pero la mala experiencia de Conchi no acababa ahí. Resulta que mientras ella se acicalaba en el cuarto de baño del hotel, su marido se despelotó y se puso como su madre lo trajo al mundo, encima de la cama. La pobre, al ver todo aquello ahí tieso (palabra textuales) le dijo a tu pareja: O te tapas por lo menos con la sábana o yo no salgo (a mi me dio una ataque de risa cuando explicaba eso con todo el desparpajo de la edad y del momento vivido en forma de recuerdo. Mientras no podía parar de reír me vino a la cabeza un chiste parecido de una novia a la que la noche de bodas. ¿Qué no lo sabéis? Es muy malo pero os lo cuento:

 

Carmen y Paco se casaron, pero como no les alcanzaba el dinero, se quedaron a pasar la Luna De Miel en casa de los padres de Paco. Por la mañana, Juanito, el hermanito de Paco, baja a tomar su desayuno. Cuando está a punto de salir de casa rumbo a la escuela, le pregunta a su mamá si Paco y Carmen ya se levantaron. Ella dice que no.
Juanito le dice: - '¿Quieres saber lo que yo creo?'
Su madre le dice: - '¡Eso no te importa! ¡Anda a la Escuela!'
Horas después, Juanito regresa de la escuela, y le vuelve a preguntar

a su madre: - '¿Ya bajaron Carmen y Paco?'
La mamá responde, 'No'
Juanito le dice: - '¿Quieres saber lo que yo pienso?'
La madre le vuelve a decir: - 'Eso no te importa. ¡¡¡Termina de almorzar y haz los deberes!!!'
Largo rato después, pregunta nuevamente: '¿Ya bajaron Carmen y Paco?'
Su mamá le dice, 'No'
Juanito vuelve a preguntar: - '¿Quieres saber lo que yo creo?'
Esta vez la madre, cansada, le dice: - 'Esta bien, dime qué piensas'.
Juanito responde: - 'Bueno, anoche Paco vino a mi habitación y me pidió vaselina. Y yo creo que en la oscuridad le di el pegamento de mis avioncitos'.)

 

En fin, se animó a explicar su experiencia María, que parecía la mas modosita de las tres y dijo que ella, le daba tanto miedo la noche de bodas, que como les dieron unos sobres con dinero la familia y los amigos, que se lo pasaron contando toda la noche. Muchas, ante esa explicación le dijeron que bueno, que aquella noche de bodas no había dejado la virginidad pero que al día siguiente si o al otro. Ella dijo que no se acordaba pues y todas se echaron a reír por la tontería,…

 

Manuela, cansada de que todas repitieran una y otra vez lo de la virginidad, dijo que todas fueron “vírgenes” al matrimonio porque era lo que tocaba pero que vamos, que impolutas, impolutas ninguna porque antes de la noche de bodas, el novio ha tenido que tocar a la novia. Todas se pusieron rojas como tomates y ahí salí yo al quite de mi Manuela y le dije: Vamos, que antes de comprar la fruta, hay que palparla para que no estuviera pasada,… ¿No Manuela? Todas se pusieron a reír pues el símil que había buscado era muy claro y a la vez gracioso.

 

En esos momentos, Conchi retomó la palabra diciendo que la que verdaderamente lo había pasado mal en la noche de bodas, era su hermana. Su cuñado, Julián, el mas alto del pueblo (por si alguien no sabía quien era esa era una identificación muy aclaradora), era el mozo mas caliente del pueblo y se casó con su hermana Angustias (a la pobre, pensé yo para mis adentros, ya le pusieron el nombre para empezar la vida de casada angustiada,… Si, una chorrada como otra cualquiera, pero también había tomado un poco de mosto y creo que en aquel momento,… ya me había subido a la cabeza). En la noche de bodas, la pobre Angustias no es que no se diera cuenta de nada sino que todo fue tan bruto y tan rápido, que no sabía si estaba casada con un hombre o con un troglodita. Según le contó a su hermana, le arrancó la ropa y… ¡¡¡YA PODEIS IMAGINAR!!! Un visto y no visto de manual con algo de agresividad de por medio (sinceramente a mi me dio por reír y se me cayeron los goterones de los ojos como al resto de las asistentes porque decía Conchi que cuando le preguntó a su hermana si dolía o no, ella le decía que es que no se había enterado de nada y las otras bromeaban,… tan caliente, tan caliente, tan caliente, que no llegó ni a meter gol).

 

Otras más modestas, se reían y no decían nada pues todas sabían que el cuento de que su primer hijo había sido sietemesino pesando casi cuatro quilos y medio, no se lo creía nadie y que eso significaba, que mocita, mocita, mocita no se había llegado al altar y sí con un bombo, como mínimo, de dos meses.

 

Otras, ya mal aconsejadas por su madre y familia, tampoco hablaron pues su calvario había sido otro. Su familia era pudiente y ella se fue a enamorar del mozo de cuadras cosa que no toleró ni su padre, ni su madre (pese a que el padre tenía el mando de todo, el modelo matriarcal, dominaba en aquella familia). La hija se quedó embarazada y la ocultaron para que nadie lo supieran haciendo pasar, a la que fue una hija, como hija de la madre, ósea que era la hermana menor de la mujer en vez de su hija. Pero en este mundo, el dinero y el poder, no lo es todo y ella, esa mujer en concreto, se quedó embarazada por segunda vez teniéndose que casar al fin con el mozo de cuadras, vestida de marrón y de madrugada pero pudiendo así al fin, estar con la persona que amaba.

 

La noche fue transcurriendo muy animada y a las doce de la noche, cual cenicientas solitarias que se recogen ellas misma sus zapatos perdidos pues los hombres, ya fallecieron hace algunos años, se marcharon a su casa con una sonrisa en la cara y con una velada vivida de una manera diferente a la que cada noche les tenía destinada, desde había ya algún tiempo, la soledad de la viudedad. Quizás algunas se fueron escandalizadas por lo que se habló, otras un tanto sorprendidas y pero sobretodo, todas, se fueron con alegría en el rostro y con eso me quedo yo de ese día… ver a mujeres de más de medio siglo, con sus caras sonrientes y sus risas contagiosas inundando una noche de marzo.

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