domingo, 3 de febrero de 2013

UN RETO SECRETO (escrito)


 

Empieza una batalla. Estáis tú y ella. Parece que las fuerzas están igualadas pero es sólo el principio y quizás, utiliza esta táctica sencilla para que te confíes.

 

El primer asalto acabó y va ganando ella. ¿Qué me ha pasado? Te preguntas como si hubieras estado ausente en la acometida.

 

Se acabó el descanso y antes de que puedas coger aire, vuelva a sonar la campanilla anunciando el fin del segundo asalto. ¡No puede ser! Te dices cuando no has visto que ya han pasado casi más de dos horas desde que empezasteis esta guerra de fuerzas desnivelada por momentos.

 

¡Ella va ganando y lo sabe! Te mira desde un extremo con soberbia, esa soberbia digna que tienen todos los campeones horas antes de dar por finalizada la vida de su contrincante. Tiene tiempo y lo sabe. Quiere desgastarte. Desea que te rindas. Ni contempla la posibilidad de que le asestes un buen golpe directo. ¡No te cree capaz de ello!

 

Ahora vuelves a verte con fuerzas cuando en el tercer asalto alguien te susurró algo al oído antes de salir a la palestra. Ese alguien desconocido, sin cuerpo, ni forma, ni olor, ni tamaño,… esa neblina trasparente que se metió en tu cerebro con un rumor y que no deja de dibujar tu victoria en tu mente.

 

Ella no se ha dado cuenta de que has tenido ayuda y sigue mirándote cada vez con la altanería fuerte del vencedor. Pero sacas tus armas y se convierte todo en un baño de sangre. Tu pluma no le dio tregua y su sangre negra mana a raudales por todo su cuerpo. Yace envuelta en tus palabras que van acabando una tras otra, con todo su desdén dejándola completamente a tu merced.

 

No te pide clemencia. No te pide que acabes con su vida. ¡Ella sabe muy bien el papel que ocupará ya en tu vida! Una esclava sumisa, una aprendiz obediente, una niña sin caprichos a indulgencia de su maestro.

 

Cuando el mentor gana ella,… no puede hacer nada. Pudo enfrentarse una vez y probar su fuerza. Dos,… no lo hará jamás. Es como luchar contra corriente y eso no es lo que le enseñaron a ser.

 

La hoja en blanco muere para dejar paso a la obra, mejor o peor, pero siempre diestra que el autor tenga a bien mostrarnos. Muchas veces, mas de las que me gustaría reconocer, ha ganado ella la batalla. Pero cuando las musas, esas voces susurrantes que se camuflan en las sombras de las sombras, están de tu lado dando fuerza a tu creatividad, a tu pasión, a tus ganas,… la batalla siempre será ganada contigo. Y no es que unas tenga celos de las otras,… ¡Eso no suele pasar en el arte de la prosa! Sólo que no todos merecen el don de ser aconsejados y no todos los que son aconsejados merecen ese don.

 

Afortunado el que gane la batalla y afortunado el que la pierda. El que la gana estará para siempre unido a un poderoso amante que es difícil de complacer cuando la inspiración no llega. El que pierda estará a merced de cualquier amante,… pero jamás del más caprichoso y delicioso que pueda llegar a imaginar.

 

Escribir es una tortura y un arte. El látigo anda siempre muy cerca de la pluma tintada. No por eso el dolor es amargo porque sólo cuando no hay tormento,… es cuando mas agrio es lo que se escribe. Sólo con lágrimas en el alma se compensa la muerte de una página en blanco más. Si la muerte es en vano,… ni vale lo escrito ni el escritor que lo suscribe.

 

¡Así es el arte del dominio del verbo!

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