viernes, 22 de febrero de 2013

RENUNCIAR A UN CARGO O DIGNIDAD / CEDER, ABANDONAR = ABDICAR

 

A veces la parafernalia no hace falta para que una realidad sea tal y cual como uno quieres. En el caso de la ABDICACIÓN de una persona u otra, si nos basamos en la definición del término abdicar significa renunciar a un cargo o dignidad. Hay otra definición que se refiere a ceder, abandonar. Mirando de puertas para dentro de nuestro país y de lo que estamos viviendo con nuestro rey podemos decir tranquilamente que el ha CEDIDO, consciente o inconscientemente, que España sea un pozo de muertos en vida que han perdido su trabajo, su hogar,… incluso su vida. Si miramos el asunto de ABANDONAR,… ¿No nos ha abandonado nuestro regente en manos de políticos y banqueros que nos hacen la vida, la poca vida que nos queda, insoportable pese a ser ladrones, traficantes de ideas, de proyectos, de injusticias grandes sin hacer nada para ayudarnos? Si nos fijamos a la dignidad, con el caso Nóos, con el asunto de Bostwana,… ¿Se podría considerar que ha renunciado a su dignidad por ocultar el hurto de sus hijas y su yerno? ¿Se podría considerar que ha renunciado también a su dignidad por irse a disfrutar de la dolce vita justo cuando el país, su reino, se hundía en la miseria?

 

De la definición de ABDICAR tal y como se conoce, lo único que no ha hecho nuestro Monarca ha sido retirarse que supongo que es puramente por no darle la razón a uno u a otros, o porque después de abdicar,… ¿Qué sueldo percibiría? ¿Nada? ¿Una parte? ¡Al final todo es por dinero! Tanto el quedarse como el negarse a ser consciente de que  ha hecho todo por abdicar excepto lo más obvio que es dejar la corona en manos de su hijo para ver si este, merece el honor de dar un giro a este país que verdaderamente, sólo sirve ya para que el resto de Europa nos siga sorbiendo hasta la última gota de sangre, cual vampiros, por haber pasado de ser un país con poder a un país sin poderes ni para reclamar lo más sencillo que es que nos devuelvan, aquellos que todo se llevaron, lo que nos pertenece como residentes en este país.

 


 

1. El Rey como instancia persuasiva y de influencia.

 

A. Las funciones arbitrales y moderadoras.

 

[…]

 

Ciertamente entre la primera postura de indudable carácter expansivo y las que reducen a un simple "acto debido" la función moderadora y arbitral del Rey, se abre una tercera vía consistente, como han puesto de manifiesto Fernández Fontecha y Pérez de Armiñán, en reconocer al Monarca determinadas "potestades bloqueantes" (de las que las funciones moderadora y arbitral serían las arquetípicas), que como se ha dicho más atrás no se traducirían en derecho de "hacer" sino en derecho -¿o quizá el deber?- a impedir actuaciones contrarias al orden constitucional, así como a resolver de "forma pasiva" las tensiones que se planteen en el funcionamiento regular de las instituciones. Gracias a esta función de "influencia" el Rey trasciende el ámbito de sus estrictas atribuciones constitucionales, haciendo realidad actual la frase de Bagehot de que al Rey corresponde "animar, prevenir, ser consultado".

 

 

¡Todo esto es muy patético! Ver, protestar, indignarse, pedir justicia, saber y no poder hacer NADA por no tener poder alguno sólo la fuerza individuo que a fin de cuentas es como nada o menos.

 

Ahora mi pregunta es muy sencilla,… Tu, sea quien seas, que tienes ese poder para hacer y deshacer a tu antojo,… ¿Por qué eres tan inútil? ¿Por qué ves las ilegalidades, los robos, las cosas que no son justas y sigues con las manos en los bolsillos sin luchar por aquellos que sólo les queda ya su voz para defenderse. ¡Somos tu pueblo! ¡Somos tu “siervos”! Pero me gustaría coger la fuerza de la revolución Francesa y las guillotinas también. Si nada nos das, excepto más pobreza y desolación para el pueblo,… ¿Por qué no evocar la solución que la historia nos mostró en el colegio cuando era público y de calidad antes de los recortes?

 

La respuesta es mucho más sencilla que volver atrás y es mirar adelante, con nuevo rumbo, con nuevo capitán, aunque le duela a más de uno, y sobretodo, tirando por la borda todo aquel que no venga “limpio” al cien por cien en todos los aspectos pensable e imaginables.

 

MORALEJA: Cuando el camino es sólo uno, negar lo obvio no es más que una losa que se arrastra un par de metros más. ¿Merece la pena un paseo corto realizado con un peso extra por no aceptar la realidad?

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