Dicen
que las comparaciones son odiosas pero nunca he estado de acuerdo. Cuando era
joven leía mucho y prefería quedarme en casa con mis amigos los libros que
salir a la calle o de discotecas (si, seguro que estáis pensando que ya era
pedante con 15 años pero bueno,… las personas somos como somos y querernos o
apreciarnos es valorarnos tal y como somos no tal y como queréis que uno o una
sea). Por aquel entonces mi madre me llamaba siempre “cariñosamente” DON
QUIJOTE diciendo que me iba a volver igual de loca que él por tanto leer. Me
sentía alagada con ese parecido pues como buena amante de la literatura, ser
casi uno de tus ídolos era un honor y no nada por lo que sentirse deshonrada
con el comentario.
Entre
los compañeros de trabajo y los de verano también se generaron comparaciones
como LA PANTOJA
(por ser morena, con aire aflamencado algunas veces y con mirada grande y
profunda) y ROSARIO (por vestir con pantalón de cintura baja enseñando el
ombligo, normalmente negro, por vestir sin sostén y con blusas que dejaban los
hombros al descubierto, por estar morena por el bronceado del sol del verano y
llevar el pelo suelto y rizado). (Si, ya se lo que estáis pensando: o que mis
compis eran muy simples o que el alcohol y los calores del verano, no dejaban
muchas neuronas libres para inventar símiles o comparaciones que sólo se
basaran en la ropa y poco más. ¡Así éramos a finales de los noventa! No es una
excusa, lo prometo, era una forma de vivir y divertirse como cualquier otra).
Con
el nuevo siglo mi comparación, para los de la nueva empresa en la que trabaje,
era una mezcla de TERMINEITOR mezclada o con mi nombre de pila o con mi primer
apellido (no es que fuera mala o grosera sino que era implacable. Lo bueno o lo
malo, depende que como se mire, es que TERMINATOR en su primera película era
malo pero se hacía de querer y por eso en la segunda entrega, gracias a la
maravillosa interpretación de Schwarzenegger, lo hicieron pasar por bueno. Yo
me considere ese maravilloso robot al que algunos temían pero que en el fondo
apreciaban o querían de alguna u otra manera, como una comparación nada mala).
Lo
malo de las comparaciones es que cuando has asimilado todas por las que pueden
llamarte recibes de nuevo un JARRO DE AGUA FRÍA de aquellos que creías más
cercanos, más queridos, más… tuyos.
Ahora,
hace apenas unos días, me compararon con una chica que tenía corazón, que era
bondadosa, que tenía un volumen corporal excesivo, que respiraba muy fuerte
cuando dormía, que no tiene nada de malo como persona pero lo hicieron, una vez
mas, para hacerme mucho, mucho, mucho daño. No conocía a la chica y hoy googleándola es cuando me he dado cuenta
de que sinceramente quien quiero que me quiera por lo que soy NI SIQUIERA ME
QUIERE ni me tratara como UNA MUJER sino siempre con aquello que desea que sea
y que yo nunca seré.
Mis
lágrimas resbalaron una vez mas por mi rostro haciendo me sentir
insignificante.
Eso
es lo malo de las comparaciones, que cuando tienes asumido que podrían compararte
con cualquier cosa, hay una en concreto, que te hiere de nuevo haciéndote
retroceder una vez más, a una época que intentas una y mil veces, dejar atrás
de una vez sin que te vuelva a doler nunca más.
MORALEJA: No es malo que te comparen pero es odioso que JAMÁS
te vean a ti como lo que eres: UNA MUJER COMPLETA. Siempre habrá gente que verá
tus extras como dignos de mofa, burla o sarcasmo. No hay que pensar siempre que
es por hacerte mal pero si fuera por hacerte bien se dirigirían a ti por tu
nombre. ¿A qué es simple? Pues para ellos no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario