martes, 12 de febrero de 2013

CUMPLIENDO UNA FANTASIA DE UN AMIGO (relato)



Éramos amigos desde hacía mucho tiempo cuando llegó aquel día de Carnaval de 2012. Dos semanas antes habíamos estado hablando de que no estaba contento con su situación laboral, su pareja le había dejado hacía ya tres meses y ya estaba con otro, su familia era un hervidero de problemas que le ponían malo a todos los niveles.

 

       Si pudiera largarme y que a todo le diera por saco. – me dijo de forma seria y con las ideas muy claras.

 

No sabía que responderle pero el viernes me acordé que hacía mucho tiempo me había dicho que tenía una fantasía erótica de poder montárselo con una enfermera de uniforme pero estando bien y yo le decía que como iba a hacerlo con una enfermera uniformada sino estaba mal aunque fuera un poco y eso me dio alas para cumplir su fantasía.

 

Me fui a una tienda de disfraces y los que le quedaban eran un poco extremados pero me dije,… ¡Él se lo merece! Me compré uno muy sexy que sabría que le gustaría. Llegó el sábado de Carnaval y me fui a su casa con el disfraz debajo de una gabardina negra. Sabía dónde guardaba la llave de emergencia y la cogí para entrar para esperarle dentro.

 

Llegó a su casa y traía mala cara. Yo le esperaba sentada en el sofá y él al verme,… se quedó parado y sin poder articular palabra. Soltó el maletín que llevaba de golpe al suelo y yo me levanté lo más sensual que pude para ir en su busca.

 

       Tiene mala cara señor. Debería acompañarme para que le haga un chequeo previo.

 

Seguía sin poder articular palabra y le cogí de la mano para llevarle al sofá. Se sentó y creía que estaba viviendo un sueño. Me puse de rodillas en el sofá a su lado, procurando que mi generoso escote le tocara casi sin tocarle mientras hacía como si le tomaba la temperatura. Luego sentada en sus rodillas, hice como si tomara la tensión arterial que se aceleraba por momentos y noté como su fuerza animal había crecido ya dentro de sus pantalones deseosa de probar su fantasía hecha realidad.

 

       Tengo que quitarle la camisa para reconocerle mejor.

 

Le quité la chaqueta que tiré al asiento del lado y escarranchada delante de él en sus piernas, empecé a quitarle la corbata y a desabrocharle uno a uno los botones de la camisa. Se la quité y la tiré junto a la chaqueta.

 

       ¿A ver como está ese corazón?

 

Puse mi oreja en su pecho dejando bien visible mi trasero para él tapado por un culoté rojo que dejaba que la fantasía se hiciera más y más y más real para él.

 

Su corazón latía tan fuerte que sentí que no podría aguantar más esa presión que contenía su pantalón.

 

Me cogió por los hombros y me tumbó en el sofá bruscamente. Empezó a besarme con mucha fuerza,… quería devorarme con cada beso. Paró un momento para recorrer con los ojos, con las manos, mordiéndose los labios por ver esa pasión hecha realidad. Sus manos apretaban mis pechos que cubrían el disfraz poco y lo apartó de un movimiento rápido para empezar a deslizar su pulgar por mis erectos pezones. Acercó su boca y empezó a devorarlos a besos, con lengüetazos que me hacía gritar de placer. Los succionaban y cuando los tenía muy dentro de su boca los mordía causando un dolor extremadamente placentero que me estaba poniendo muy húmeda.

 

Noté su mano se metía entre mis piernas y sin apenas hacer ruido, con poco movimientos bruscos, sentí como deslizaba mi culotte y se adentraba su sexo erecto muy dentro de mi. Me envestía como un animal en celo devorado por la pasión extrema. Yo gritaba entre dolor y placer mezclado que hacía que se humedeciera cada vez más al notar ese pene ardientemente erecto saliendo y entrando en mí con fuerza, con ganas, con mucho fuego. No se como, me volteó bruscamente y se adentró fuertemente toda su virilidad muy dentro de mi trasero mientras su manos se deslizaba por mi sexo introduciendo sus dedos por dónde antes estaba su miembro. Yo gritaba y deseaba que siguiera embistiéndome como un animal poseído por la fuerza de mil bestias salvajes. Aquello no era sexo era placer en estado puramente bestial. Yo me derramaba con cada orgasmo en sus dedos y apretaba su mano para que se adentraba mas en mi y sentí su leche recorrer todo el interior de mi ano derramándose por entre mis piernas acompañada de su grito extenuado de placer. Cayó rendido en el sofá a mi lado. Cuando se durmió a los pocos minutos salí de puntillas sin hacer ruido. Había sido una bonita tarde y era mejor que ahora se recuperar tranquilo. Por la noche me llamó por teléfono y me preguntó si había estado en su casa,… “¿Importa eso?” Le respondí con tono irónico. “No, para nada. Sólo es que quería darle las gracias a mi diosa sexual disfrazada de mi enfermera ardiente” dijo sonriendo. “No hace falta agradecer nada sólo desear que la fantasía,… no tarde en volver a visitarte” respondí. “Ojala viniera esta noche” respondió él. “Deseo concedido” colgué yo que me volví a disfrazar y regresé a su casa dónde el me esperaba preparado para otra maratoniana noche de reconocimiento sexualmente bárbaro.

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