martes, 8 de noviembre de 2011

MIRANDO 365 DÍAS ATRÁS

No es mi costumbre mirar atrás y menos en una época que mirar adelante lo es todo para no tropezar, para no caer, para no hacerse daño o hacer daño. Pero hoy he decidido mirar 365 atrás en el tiempo. Un impulso repentino por ver dónde estoy y de dónde vengo.

Vengo de un túnel largo y oscuro. Vengo de días llenos de angustias. Vengo de horas, minutos y segundo que parecieron siglos en algunos momentos. Vengo de la oscuridad profunda jamás conocida hasta ahora. Vengo de un tiempo dónde jamás debí estar. Vengo de un lugar que quiero evitar en todo manera poder evitar.

Estoy en un presente que jamás creí que vería. Vivo mi día a día, mi vida, como si fuera el último y me duermo con la conciencia bien tranquila y el alma en paz. Vivo soñando a corto y largo plazo pero no hay pesadillas que los enturbien. Vivo en un infinito con teléfonos pero sin llamadas que provocan angustia, sufrimiento, dolor, insultos, malestar general. Vivo en un mundo dónde hay mañana, tarde y noche. Vivo en un mundo dónde puedo disfrutar de esas partes del día. Vivo en un universo dónde puedo pasear viendo como cambian las estaciones, respirando con tranquilidad, con sosiego, con calma. Vivo con la vida, sin pensar en los papeles, esos que van de mesa en mesa, que siempre esperando que alguien los autorice, los firme, los selle y acaben enterrados en un océano de papeles muertos sin vida.

Cuesta pensar que hace trescientos sesenta y cinco días estuviera en un coche, con un amigo que me ayudaba a llegar a casa porque ese día, había huelga de transportes y la persona que en principio se había sentida obligada a ayudarme, me había soltado con el corazón latiendo a trescientos por hora, tirada en una estación dónde no había transito de trenes aquel día. No recuerdo muy bien lo que pasó después. Sólo se que llegué a casa y tuve que ir a urgencias para que me pincharan algo para relajar mi cuerpo y mi mente. Dormí toda la tarde.

A la mañana siguiente intenté volver pero,… no pude. Me volvieron a llevar al médico que me dijo que tenía que darme un período largo de estancia en casa porque estaba en plena crisis de ansiedad repetida por desgracia por segundo día.

Por suerte los médicos, los profesionales de la seguridad social que me atendieron aquel día y que han seguido atendiéndome, fueron personas que me quisieron ayudar a mejorar. Los de la mutua que gestionaban la baja, NO FUERON NADA PROFESIONALES (me causaron, estando en ese periodo de descanso forzado por una situación límite, varios nuevos ataques de ansiedad, nuevos miedos, nuevas angustias). Hasta llegó un momento en que se me hizo imposible salir de casa porque me faltaba hasta el aire, me mareaba y empezaba a recorrer todo mi cuerpo, un sudor frío espeluznante.

Pero hoy empieza otro año, otros trescientos sesenta y cinco días nuevos que me esperan con los brazos abiertos, con nuevas oportunidades, con nuevos momentos, con renovadas alegrías y sobretodo,… con muchas ganas por mi parte de vivir porque a fin de cuentas, los trabajos vienen y van, la salud viene y va pero VIDA,… ¡Sólo hay una!

MORALEJA: Nos os olvidéis de ser felices, aunque sea un poquito, a diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario